Abrir los ojos y pensar: “¿Es verdad o lo he soñado?”. Esta es la sensación de casi todos los italianos esta mañana al despertar. Porque noches como las de ayer sólo pueden ser una pesadilla, un mal sueño. Italia sin Mundial. Y sin embargo, ocurrió y será una de esas heridas que tardan en curarse y aún así dejan una cicatriz de por vida.
El escenario, por el contrario, no podía ser mejor. Un San Siro lleno, casi 74.000 personas que no dejaban de animar. Desde el himno inicial hasta el córner de la última jugada del partido, gritaron y se desgañitaron para ayudar a su selección. El speaker del estadio leyó la formación de la Azzura y, desde las gradas no hubo reproches por la derrota en Suecia. Sólo Ventura recibió silbidos, lo que dejaba claro, que, pasara lo que pasara, los tifossi no entendían muchas de las decisiones del seleccionador. Como por ejemplo, no meter en el once inicial a Insigne, uno de los jugadores más en forma de la Serie A.
Ventura es el más señalado por todos después del decepcionante resultado de ayer, pero no el único. Muchos jugadores están en el punto de mira de las críticas, sobre todo los mas veteranos. Pero son estos los que han dado en primer paso para la revolución de la selección italiana. De Rossi, Buffon, Barzagli y , muy probablemente, Chiellini, jugaron ayer su último partido con la nacional transalpina. Son los primeros en asumir responsabilidades y dejar paso a nuevas generaciones.
Tavecchio, presidente de la Federación italiana, se dio, sin embargo, 48 horas para reflexionar y será mañana en Roma cuando, en una reunión oficial de la Federación, tome las medidas que considere oportunas para reflotar un barco que hoy parece hundido. Casi todos esperan que el presidente dimita ya que le consideran uno de los artífices del fracaso del fútbol italiano en los últimos años. Y lo de ayer no ha hecho más que constatar esta consolidada opinión. El seleccionador, que no formará parte de esta reunión, no ha dimitido todavía, pero lo que parece obvio es que mañana dejará de ser el entrenador de la selección italiana.
Ahora, el país sueña con Ancelotti o Conte, pero sus altas expectativas salariales alejan un poco a estos dos consolidados entrenadores de la nueva era de la selección. Y más cuando se piensa en las consecuencias económicas que la eliminación de Italia tendrá en las arcas de la Federación.