Hasta no hace mucho, si no tenías demasiadas ambiciones en la vida y te sobraba el tiempo, podías malgastar dos horas viendo un partido de la Serie A o mirando a una pared en blanco. Y en comparación, mirar una pared no parecía tan mal plan. El bajo nivel de la mayoría de sus equipos, el maltrato al balón en gran parte de los partidos, el excesivo rigor táctico entendido como una obsesión casi enfermiza por la defensa, la huida de la afición de los estadios… Todos estos elementos completaban un panorama desolador en el fútbol italiano.
Decía Ángel Cappa hace años que el fútbol italiano engordaba, porque si te ponías a ver un partido delante del televisor, el aburrimiento te hacía visitar con frecuencia la nevera para buscar algo con lo que combatir el tedio. Ahora es divertido ver encuentros de la Serie A. Disfrutas del espectáculo, te olvidas de la nevera y ves goles, muchos goles.
Porque en lo que llevamos de temporada, en la Serie A se ven más goles que en ninguna de las otras cinco Ligas más importantes de Europa. Los 2,92 tantos por encuentro que se ven Italia superan a los 2,75 de LaLiga, los 2,71 de Portugal, los 2,67 de la Bundesliga, los 2,66 de la Ligue1 y los 2,57 de la Premier. Sí, casi medio gol más por partido se ve en el ‘defensivo’ fútbol italiano que en el ofensivo inglés.
Esta tendencia ya se apuntó la temporada pasada, cuando la Serie A dominó ese promedio de goles por partido (2,96) por delante de LaLiga (2,94), Bundesliga (2,87) y Premier (2,80).
La consecuencia es que la afición ha regresado a los estadios, que ofrecen la tasa de ocupación más alta de las 13 últimas campañas. Los asientos de la Serie A se ocupan en un 65,3% y para encontrar cifras mejores hay que viajar hasta la temporada 2004/05, que se cerró con un 67,3% de ocupación.
La apuesta por crear juego en lugar de pensar sólo en destruirlo que han hecho equipos como el Nápoles mucho ha tenido que ver en ello. Y ahí sobresale la figura de Maurizio Sarri, un entrenador que demostró con el Empoli que con un modesto también se puede jugar bien. La salida del balón que ofrece el Nápoles y las transiciones ofensivas son un espectáculo.
En la reconstrucción de la Roma, Monchi eligió para el banquillo a Eusebio Di Francesco, quien está demostrando que es posible tener buenos resultados sin amargar la vida a los aficionados. El Torino de Sinisa Mihajlovic se preocupa por cuidar el balón. Luciano Spalletti ha devuelto al Inter a la zona noble de la clasificación, después de años de penurias, y lo ha hecho situando en el centro de campo a un futbolista con un juego tan refinado como Borja Valero, que ya convirtió a la Fiorentina en uno de los equipos más atractivos de la Liga. En la Lazio, el talento del español Luis Alberto sobresale en el centro del campo.
Todos estos equipos se han propuesto discutir el reinado de la Juventus a partir del balón y quien más lo agradece es la afición.