Qué importantes son los detalles. Las pequeñas cosas. Lo que puede parecer insignificante. El partido de España fue eso, una suma de instantes, de buenas decisiones. Es probable que no me de tiempo a enumerarlas todas, porque no quiero aburrirles con tanta palabrería complaciente, pero trataré de hacer un esfuerzo para que reconozcan la fórmula del éxito al instante. El primer detalle fue de los poderosos, ya que nos dejaron ver el partido. El segundo, de Jorge Vilda, por redoblar la apuesta y hacer oídos sordos al jurado popular y a sus propias costumbres.
Alexia jugó en su sitio (por fin) y firmó un partido que espanta todos los nubarrones que se trajo de Holanda. Con libertad en el medio y omnipresente a lo largo de toda la frontal del área, pudimos juzgarla por lo que es y no por lo que no podía ser. Qué detalle también dejarnos disfrutar en el medio de Virginia Torrecilla junto a Patri Guijarro. Mano a mano, construyeron y destruyeron, recuperaron, defendieron, atacaron y demostraron que algo tiene esa isla, porque amuebla la cabeza y los pies de sus futbolistas con un toque especial.
En la pasada Eurocopa sufrimos que no siempre hay causa y efecto, que monopolizar la posesión y el balón no es sinónimo de dominar, ni mucho menos, de ganar el partido. Esta vez, España obligó a Austria a dejarle más espacio, aceleró en el momento preciso y renunció a aburrirse con el balón en los pies a cambio de una verticalidad letal. El instante en el que Jennifer Hermoso ha pasado a ser imprescindible también debería ser noticia. Ojalá que así sea, si es que antes (por accidente o cabezonería) no lo era.
Otro apunte: afortunadamente para España, elegir entre Mapi León y cualquier otra es un problema. Confiar su suerte a Marta Torrejón y a Irene Paredes, una bendición. En la segunda parte Austria molestó lo justo, prácticamente lo mismo que en julio. Una lástima que entonces la suerte nos negase tres veces en la lotería de los penaltis. Esta vez, a España le sobraron los motivos para reconciliarse con aquel partido. Fue para tanto, que hubo tiempo hasta permitirse el lujo de los detalles emotivos cuando Jorge Vilda le dio la oportunidad a Aitana Bonmatí de debutar con el primer equipo. España fue feliz y pudo compartirlo. Ya les había avisado de que en Palma volvería la alegría y estarán de acuerdo conmigo: fue maravilloso viajar hasta Mallorca.