Lo que tienen los trámites es que son aburridos. Ya sea en un banco, en una sala de espera o el Mini Estadi, saber que tu suerte está echada (porque te has preocupado antes de no dejar cabos sueltos) provoca pereza. El Barça la padeció. Y lo digo porque no inauguraron el marcador hasta el minuto 34. Fíjense a lo que nos están acostumbrando. El Gintra no notó la diferencia entre el partido de ida y el de vuelta, y eso que uno se jugó bajo el frío lituano de Siauliai; y otro, con un frío más bien nacido en el Mediterráneo.
No se acomodaron las lituanas al clima templado, aunque, viendo lo visto, podrían haber aprovechado el viaje para hacer turismo. Sin acritud. Primero, porque el Barcelona se encargó de clasificarse para los cuartos allá en Lituania, y segundo, porque al equipo culé sólo le parará, tarde o temprano, un gigante. De momento, derriba molinos de viento. Que no es poco.
El partido fue provocando algún que otro bostezo, porque estamos a mediados de noviembre y apetece más sumergirse bajo la manta que echar una pachanga. Al menos, a la segunda unidad del Barça le sirvió para ganar minutos y confianza en una plantilla donde las titularidades casi se han de decidir en combates cuerpo a cuerpo. Nos animó la vista Olga García con sus embestidas, como si estuviese jugando otra clase de partido. La catalana, hambrienta hasta que le aguantan las piernas, aprovecha los minutos como si fuesen los últimos de su vida.
Los goles cayeron con cuentagotas, lo esperado. Las jugadoras del Gintra recordarán la experiencia hasta la fase previa del próximo año (la liga lituana la ganan por costumbre). Otra que no se toma nada a broma es Marta Torrejón. La de Mataró cortó cualquier indicio de transición o de contraataque con la austeridad que la caracteriza. Seriedad y compromiso ante todo, y generosa en la lección que le dio al Gintra de cara a su propia maduración. Siendo pesimista (o realista), al Barça no le sirve una eliminatoria como esta para medir su nivel de cara a poder competir en esta Champions con los grandes equipos que dominan el panorama europeo. Siendo optimista, hay ciertos destellos que a estas alturas invitan a soñar con la victoria frente a los molinos esperando a que se conviertan en gigantes. Que ya es algo.