Salía guapo el Barça en una tarde otoñal que parecía primaveral, de azul celeste, y más guapo aún el Leganés, de azul violáceo con detalles rosas en homenaje necesario a las víctimas de la violencia de género en estos días vergonzosos respecto a ello. Moralmente, 1-0. Desde ahí, todo fue a peor. En resumen, el partido fue un tostón. Uno más en la cuenta de partidos jugados regular y ganados bien por el Barça más prosaico que se recuerda desde aquel de Terry Venables, año 85. Ha llovido.
El FC Barcelona que fue de Xavi, Iniesta y Messi mutó en el de Suárez, Neymar y Messi, y hoy día, en el de Messi a secas. Pero cuando el talismán de oro argentino se toma el día libre o está perezoso (dejando detalles siempre), el Barça es de Sergio Busquets. Equipo y mediocentro comparten cualidades: serio, ordenado, competitivo, táctico, de una sola velocidad, plano a ratos, efectivo siempre. El secreto del tesoro de La Masía, del juego de posición y posesión, a la espera de las últimas gotas de perfume de Iniesta, lo guarda celosamente el mediocentro catalán. Hay algo que decir sobre el Barça: cuando has sido la más guapa del baile, que hayas envejecido, vayas arreglada y seas simplemente formal se toma como un retroceso, y efectivamente lo es, pero también es una virtud desde la cual construir una familia. Hay pocas alegrías en el juego blaugrana, pero siempre cumple, es versátil, ensancha y acorta el campo como un acordeón y a veces induce a ir a la nevera a ver si hay algo. Una alineación seria por el peligro del partido fuera de casa post fecha FIFA supuso un partido pétreo.
Enfrente se encontró con otro equipo rico tácticamente, superior a la suma de las mejores cualidades de sus jugadores, lo cual apunta directamente a su entrenador, Asier Garitano. Su jugador más destacado, Amrabat, pese a su aspecto tosco de cadete de la Guardia Civil, le dio la tarde a Piqué, que sigue con su particular procés de búsqueda de sí mismo; está distraído. Un jugador muy interesante el delantero del Lega, más sutil de lo que parece, que se encontró demasiado solo hasta que en la segunda parte Beavue, de sopechoso parecido físico con Semedo e igualmente desacertado, le acompañó.
El partido del bostezo que estaba siendo por el equilibrio táctico y la estrechez de la franja de 30 metros donde se jugaba se rompió con un gol de Suárez, que de tanto hablar de su mala racha, acabó obviamente con ella. A los ogros no conviene retarlos. Sigue atribulado y peleado con el mundo, o sea, consigo mismo, pero metió un segundo gol igual de instintivo, aunque mucho más hermoso, y ahí se acabó el partido. Acababa de salir Paulinho, jugador que a la planicie del Barcelona aporta jugosos picos de ruptura, un vigor físico que remite a la alegría por jugar y gol. Volvió a marcar. Lo único que le queda de su paso por el fútbol chino es su sospechosa perilla de Fu-Manchú. Por lo demás, es tremendamente efectivo y encarna la mejoría del fondo de armario del Barça esta temporada.
Se acabó el partido entre la rechifla con el árbitro del público más educado, correcto y bienhumorado de la liga, quién sabe si por inspiración de las estupendas campañas de las redes sociales del Leganés.
El Barça, mientras se busca a sí mismo, va encontrando puntos. No es poco.
Que bien habla este chico, oye.. ?