Cuando era pequeño, no hace tanto, mi carta a los Reyes Magos solía ser muy simple. Una equipación del Atlético de Madrid. Así. A secas. No decía la segunda vestimenta, la de tonos nacarados, ni esa tercera, tan bonita, de fucsia redentor. No. Pedía la del Atleti porque entendía que sólo había una. Tampoco pedía la camiseta de un jugador concreto. Pedía la del Atleti que era la de todos ellos. Es verdad que luego, en las pachangas callejeras, elegía ser mi jugador favorito del momento pero eso es algo que cambió con los partidos y con los fichajes inesperados.
Con la llegada del dinero audiovisual y de las luces de neón, el mundo del fútbol ha sufrido una extraña simplificación que tiende a individualizar en nombres concretos, de vocación galáctica, cualquier concepto o idea de equipo. Supongo que esta adoración por la individualidad sirve muy bien para vender festivales de belleza y toneladas de productos de merchadising pero es una asociación que me parece algo forzada, por no decir irreal. Lo digo porque el fútbol, por mucho que le duela a los altos directivos, es un deporte de equipo.
Desconozco si esa tendencia por volcar en nombres serigrafiables la esencia de los clubes funciona institucionalmente bien en los equipos multimillonarios pero creo que derrapa en los que, como es el caso, tienen imposible competir por tener a los Reyes del Mambo durante muchos años. Deberíamos tener cuidado con estas cosas. El Atleti ha sido importante sólo cuando ha sido equipo. No es una frase hecha. Tiren de memoria. ¿Quién era la estrella del equipo el año que ganó la liga en 1996? ¿Quién lo era cuando la ganó en 2014? No nos pondríamos de acuerdo seguramente porque no había una. Es importante tener buenos jugadores, los mejores posibles, pero para el Atleti es mucho más importante tener un equipo.
Hace unos días el universo periodístico enfocó las luces de la actualidad en un aparente mensaje oculto de Diego Pablo Simeone hacía Griezmann. Es difícil saber lo que el entrenador argentino quiso decir realmente pero la mayoría de profesionales interpretó que se trataba de un afilado aviso a un jugador que no está en su mejor momento. A la “estrella” del equipo, para mayor gloria del mundo del espectáculo. Escuchando la secuencia completa de respuestas yo, modestamente, entendí otra cosa. Para mí lo que quiso el Cholo fue poner la atención en el concepto de equipo. Quiso hacerlo porque, lamentablemente, es algo que se ha perdido. Dentro y fuera del campo. Simeone quería volver a centrar el tiro en esa idea que implantó cuando llegó hace unos años y que funcionó tan bien. Ese concepto de bloque, de unidad, que se instaló en la epidermis rojiblanca. El Atleti, no Godín o Falcao, era un roca. El Atleti, no Miranda o Filipe Luis, defendía muy bien. El Atleti, no Gabi o Koke, era muy intenso. El Atleti, no Diego Costa o Griezmann, era letal cuando llegaba. El Atleti, hoy por hoy, no es nada de todo eso pero prefiero decir que es el Atleti, y no Griezmann, el que no tiene gol. Que es el Atleti, y no Godín o Savic, el que defiende mal los balones laterales.
El partido contra el Depor en Riazor ha sido deportivamente descorazonador pero se me hace muy difícil analizarlo desde las individualidades. De hecho, se me hace muy difícil analizarlo desde cualquier perspectiva porque no creo que el Atleti sea eso. Está poseído por una especie de enfermedad autoinmune que lo atenaza. El equipo estuvo plano, espeso y bloqueado. Temeroso. Superado por los acontecimientos. El partido de Griezmann fue para olvidar, desde luego. Parecía más el ánima de Fiz de Cotovelo deambulando hacia San Andrés de Teixido que una estrella internacional del balompié pero, ¿quién estuvo bien en A Coruña? ¿Quién está en forma en el Atleti? Hemos visto retazos de casta entre los jóvenes (Lucas fue el mejor en tierras gallegas y Thomas lleva un arranque de temporada bastante potable) pero nadie está bien. Ni siquiera un Simeone que se desespera entre una plantilla desequilibrada y unos recursos que no le funcionan. Un Simeone al que no le sale nada y que eso le hace caminar por el filo de lo razonable. Pero todo lo anterior no puede ser la prueba tangible de que todos son muy malos sino de que el problema es estructural. Es decir, que es bastante más complicado de diagnosticar y de resolver.
Podemos discutir sobre qué es lo que ha llevado al equipo hasta aquí. Cada uno tendrá su teoría y yo, más o menos, ya he dejado entrever cuál es la mía (plantilla sin renovar por mala administración y una pésima gestión de un cambio radical en la institución) pero creo que es bastante más interesante pensar en cómo se puede salir de ahí. Ganar tres puntos en el último minuto, de falta y en un partido que no merecías ganar, es un buen comienzo. No hay nada en el mundo del fútbol que prospere sin conseguir ganar puntos. No vendría mal tampoco recuperar algo de tranquilidad y poner un punto de perspectiva. Para bien o para mal la historia del Atlético de Madrid, al menos hasta que estrenemos un nuevo año, tendrá que estar protagonizada por los mismos personajes que hoy saltan al césped cariacontecidos. Habrá que olvidarse de recriminar cosas del pasado (de momento) y empezar a seleccionar, de verdad, quién está para empujar y quién está para quedarse a lamentarse clandestinamente en un rincón del camino. Todo es muy lícito pero hay que decidirse ya porque el destino no espera. Con lo que quede habrá que formar un once que sea capaz de competir. Como sea. Habrá que empezar por recomponer la defensa, recuperar el espíritu y resucitar esa añorada intensidad que antaño sujetaba el equipo. Y a partir de ahí, que sea lo que Dios y el talento de los futbolistas quiera. Y si para ganar tiene que salir a jugar Giménez por Griezmann, aunque nadie lo entienda, que así sea.
Es un placer saborear esta clase de análisis, moderados y plenos de sabiduría, como una pieza musical bien lograda.
Qué bueno, Ennio.
Es la primera vez que escribo aquí. Tras unos años leyéndote en «Y los sueños…», me hace realmente ilusión ver tu firma en este proyecto, que de primeras, parece distinto. Tenía que ser Trueba, al que Iñako siempre apunta como quien más le enseñó, el que se fijase en ti. Eso que se lleva «A la contra». Felicidades.
El partido, efectivamente, fue un coñazo. Me tomo la licencia de rescatar lo poco reseñable que veo este inicio de temporada tan gris: y es que no encajamos fácilmente. Es verdad el mantra de los centros laterales, pero también que no es fácil marcarnos. Y así empezamos cuando Simeone llegó a La Rosaleda hace ya muchos años. Y a eso me agarro, Ennio. Empezamos otra vez. Me parece que el Cholo, desesperado con la mayoría de sus delanteros (y Gaitán), se agarra al «no perdamos la posición, no encajemos y a ver si cazamos alguna…» Sí, es un tanto pobre porque en el equipo hay talento, pero yo me fío bastante de Simeone que es al fin y al cabo el que ve a estos tíos. Y cuando insiste tanto en no perder (traducido en defender con la línea tan atrás, al menos fuera de casa), es porque probablemente crea q es lo mejor para el equipo. Y si él lo cree, yo me fío.
Un saludo,