Desde el día siguiente del triunfo de Perú contra Nueva Zelanda, llevamos haciendo los peruanos la simulación del sorteo del Mundial, como mínimo, una vez al día. Hemos pasado del idílico grupo completado por Polonia, Túnez y Panamá al fatídico Alemania, Suecia y Nigeria. Hemos hecho cientos de pantallazos, compartidos en los grupos de whatsapp, correos institucionales y demás. Estamos un poco enfermos. Eso está claro.
En el fondo, sin embargo, nos da un poco igual. Nos da igual porque hace cinco meses no nos imaginábamos estar en una situación similar, y también porque muchos de nosotros nunca habíamos estado cerca de estarlo (¡en el bombo dos, además!). Lo más difícil, lo que parecía imposible, ya lo hemos conseguido, de manera que Alemania o Polonia es casi lo mismo: oír el himno peruano entonado en San Petersburgo o Moscú será igual de emocionante ante cualquier rival.
Por eso, en el fondo, nos da igual si jugamos contra el seleccionado planetario de Marte o contra una Argentina reforzada con el Maradona pre-drogas-duras.
Nuestra prensa se ha encargado de llenarnos a diario de noticias sobre el sorteo del Mundial: desde las simulaciones de la FIFA hasta las de Míster Chip (un hincha confeso del fútbol peruano -sabe Dios por qué alguien elegiría ser parte de semejante tortura-), pasando por supuestos análisis matemáticos de las probabilidades de que nos toque tal o cual rival. De manera que -más allá de que nos da un poco igual- tampoco nos hacemos los desinteresados y tenemos ciertas posturas al respecto.
Una de ellas -la que comparte este servidor- es que lo mejor es que nos toquen los peores equipos posibles. Muy lindo jugar contra Tony Kroos y compañía, pero prefiero mil veces tener chances de ganar que otra cosa. Para mí, el grupo ideal sería: Rusia, Perú, Túnez y Panamá. Luego está la postura de jugar contra rivales de peso, lo que permitiría que nos reconciliemos con la historia y nos volvamos a meter en la gran vitrina. Para esos dementes, el grupo ideal, me imagino, sería: Alemania, Perú, Dinamarca y Nigeria. A esas voces se suma el insensato “mientras antes enfrentemos a los más grandes, mejor, para no chocar con ellos luego”, como dando por hecho que en el grupo difícil clasificaríamos.
Lo cierto es que el viernes todos los peruanos estaremos pendientes y, pase lo que pase, miraremos el futuro con ilusión. Eso es lo que nos ha dado esta selección, que sabe de utopías. De momento, a seguir haciendo simulacros.