Me lo explicó un analista que no se prodiga y cuyo nombre no viene al caso: el problema de Benzema es que, por voluntad propia o por indicaciones del entrenador, se ve obligado a ocupar el lugar que deja libre Cristiano. Actúa como si fuera su ayudante, más que su compañero. Digamos que entre ellos se establece el mismo reparto de papeles que entre Batman y Robin; uno salva Gotham y el otro le pone aceite al Batmóvil. El asunto no era tan grave cuando Cristiano partía desde la banda, porque Benzema se mantenía próximo a las situaciones de gol. No era un killer, nunca lo ha sido, pero se las arreglaba decentemente. Es ahora, con Cristiano reubicado como delantero centro, cuando Benzema se aleja de la zona más caliente del área. La consecuencia es que, al mismo tiempo que se distancia del gol, se aproxima a los críticos que agitan el bastón.
Si damos por buena la teoría anterior, sólo nos queda averiguar qué le pasa a Cristiano. Que haya marcado un gol en ocho partidos de Liga es una anomalía que podría justificar, centímetro a centímetro, la distancia que separa al Real Madrid del Barcelona, esos diez puntos que parecen diez kilómetros a través de una cordillera escarpada. Lo extraño es que Cristiano conserva el olfato en la Champions, seis tantos en cuatro partidos. ¿Qué sucede entonces? Pues probablemente nada, o nada que sirva como explicación única. Lo más fácil es que Cristiano repita ante el APOEL el doblete del Bernabéu y que, después del segundo gol, se dirija a la cámara más cercana para abroncarnos por nuestras dudas insolentes. Lo más probable es que continúe la racha ante el Málaga, el próximo sábado.
Su previsible resurrección no eliminará cuestiones insoslayables, como que Cristiano cumplirá 33 años en febrero. Y la madurez, incluso la suya, es un proceso natural que se caracteriza por la pérdida progresiva de velocidad, quedó claro en el derbi. A esa edad, Raúl abandonó el Real Madrid, y asumo que son cuerpos diferentes en circunstancias distintas. Tampoco el desenlace se antoja similar. Cristiano tiene contrato hasta 2021, igual que Benzema, lo que significa que estamos abocados a una ruptura traumática en lo sentimental o en lo económico, salvo que seamos capaces de imaginar una delantera con un Ronaldo de 37 años y un Benzema con 33.
Pero aún queda tiempo para las decisiones difíciles, tal vez seis meses. Esta noche, el Real Madrid visita al rival perfecto para rasgarse la camisa y gritar me lo merezco. El APOEL, que no gana un partido en Champions desde 2012, viaja por la Liga chipriota a nueve puntos del Anorthosis Famagusta. Será uno de los últimos rivales teóricamente amables antes de encadenar San Mamés, Borussia, Sevilla y Barcelona. Se espera que para entonces Cristiano ya haya encontrado su sitio y Benzema aparcamiento para el Batmóvil.