En tiempos en los que grandes y ejemplares personajes del fútbol mundial han dicho adiós y colgado las botas, muchos se estrellan de cara ante el reto de reemplazar con jugadores jóvenes a piezas clave dentro la historia y funcionamiento de sus equipos. Un entremundiales marcado por el cambio generacional y el adiós a varias leyendas internacionales tiene a algunas selecciones buscando adaptación y supervivencia, y en Colombia no ha sido distinto.
Hubo que esperar mucho para empezar a percibir que se iba a necesitar más que un momentáneo cuarto lugar en el ranking de la FIFA para asegurar presencia en el Mundial del 2018. La eliminatoria Sudamericana fue lo que siempre es. La clasificación pendió de un hilo, Argentina estuvo casi fuera y la doble campeona del continente americano se quedó sin posibilidades. Ante Venezuela y Paraguay se dejaron escapar puntos clave y Colombia entera sufrió al final.
Acto seguido, se clasificó, y todo fue felicidad. Llegaron los amistosos y, como de costumbre, se lanzó un quejido al cielo por el currículum de los rivales, a lo que el destino respondió con una desabrida derrota ante Corea del Sur (2-1). Vino entonces la nerviosidad y el alarmismo, y esta vez el destino respondió con cuatro lindos goles a la débil selección de la China. Luego de tres años de fase clasificatoria, el balance para el conjunto colombiano es inquietante, porque hay mucho potencial pero poco tiempo para explotarlo.
Pékerman ha venido liderando una etapa de oportunidades para nombres que no eran las primeras opciones del directorio y que, en su mayoría, han dejado las puertas abiertas. Si algo quedó claro tras esta fecha de amistosos es que en Colombia se busca un equipo que pueda suplir a jugadores inamovibles de la era anterior. James, Cuadrado, Carlos Sánchez, Falcao y Ospina son la columna sólida y con experiencia sobre la que erige la Selección Colombia; pero así como son grandísimos y talentosísimos, también son mortales, y pueden llegar a faltar. O si no, que lo diga Radamel, a quien las lesiones han privado de tanto.
Esta vez el llamado fue para Jefferson Lerma, que venía cumpliendo en el camino al ascenso del Levante. Felipe Pardo entró al selecto grupo luego de varias temporadas destacadas con el Olimpiacos y Nantes, y Avilés Hurtado se ganó el llamado por sus presentaciones en la liga mexicana. Giovanni Moreno regresó para irle A La Contra a la maldición que aleja del equipo nacional a aquellos que se decantan por el sushi en vez del perrito en los estadios. William Tesillo volvió a ser convocado al igual que Mateus Uribe, y todos por una razón… Carlos Sánchez es indispensable y, junto con Abel Aguilar, sigue conformando el mismo mediocampo de Brasil 2014, lo cual le aporta seguridad y experiencia a Colombia, pero inseguridad y terror cuando alguno no está.
Santiago Arias se convirtió en el intocable sustituto de Camilo Zúñiga y en el carril izquierdo Fabra se quedó con el puesto que ocupaba Pablo Armero. En el ataque se reza día a día por Falcao, pero hay muchos más con méritos para ir también a Rusia, y ni hablar de la Ospinodependencia en la portería.
En evidencia quedó la expectación del cuerpo técnico por conformar un equipo suplente que pueda con la carga. Funcionó en uno de los dos experimentos: 50% de efectividad. Ante Corea del Sur se fue largo en cambios y paró un equipo que en la acción se vio desubicado, blando y aturdido. Era de esperarse cuando se arriesgó a buscar una victoria con siete jugadores no habituales dentro de los 11 titulares. Y es que la mejor forma de probar nuevas fichas no es simulando una situación de juego completamente atípica y casi imposible, sino combinándolos y adaptándolos a un esquema definido por jugadores de experiencia, como se hizo ante China.
La apuesta por buscar ese lateral derecho que pueda ser alternativa para Santiago Arias dio resultado: Lerma es la luz al final del túnel. Felipe Pardo, Miguel Borja y Duván Zapata dejaron firme su candidatura mundialista. Bacca se reconcilió con el gol y, ante la ausencia de Falcao, la delantera tricolor genera ilusión por su amplitud y versatilidad. En la portería, Leandro Castellanos sufrió el peso de la camiseta y José Fernando Cuadrado acertó, aunque la evaluación fuera poco exigente.
Y, si todo suena como a buenas noticias, ¿por qué no es la Colombia que encanta y enamora? ¿Por qué esa sensación de angustia colectiva y ese tragar saliva constante? Estamos frente a una sola oportunidad más para consolidar todo ese talento. Una doble fecha de amistosos en marzo es lo único que queda de pista para ensamblar lo suficientemente bien la nave que enviaremos a Rusia, y una doble fecha es muy poco.
Sí, se ganó bien ante China y se mostró una alternativa de juego para el equipo de Pékerman en la que aún con menos tenencia se logró más efectividad. Sí, los cuatro goles supieron ser el bálsamo para esa decepcionante derrota frente al otro rival, al que menospreciamos, por cierto. Sí, parece haber opciones de alta competitividad para suplir las dependencias, pero esas opciones necesitan potencializar su talento y afianzar sus características a las de una base de jugadores que serán vitales en la próxima cita mundialista.
Hoy, el sentimiento es bipolar. Por un lado, hay un paño de agua tibia sobre la Selección Colombia por lo que muestran los novatos, pero por otro siguen latentes las preocupaciones de la eliminatoria: el desnivel entre titulares y suplentes es grande, la defensa tiene mínimas variantes en los costados y se depende en un gran porcentaje de un grupo de figuras que, ojalá, estén siempre en su mejor nivel. Ya el tiempo para probar se acabó y para marzo más vale empezar a pensar en confirmar al equipo principal que afrontará el Mundial el próximo año. Si no es ahora, ¿entonces cuándo?