La Unión Ciclista Internacional (UCI) investigará las acusaciones del ex corredor estadounidense Phil Gaimon (Garmin, Cannondale), que en su libro Draft Animals señala que Fabian Cancellara podría haber corrido con un motor en su bicicleta. Así lo confirmó la UCI en conversación con el portal cyclingnews.com, que interrogó al presidente David Lappartient sobre unas sospechas de las que nunca se ha librado el campeón suizo: “Intentaremos recabar más información y lo investigaremos porque es nuestro trabajo y queremos llegar al fondo de este asunto. Por supuesto que estoy al tanto de los rumores, como todo el mundo”.
“De momento, no puedo añadir nada más, pero espero que esto nunca haya ocurrido en el ciclismo profesional porque sería un desastre para la imagen de nuestro deporte, que es por lo que nosotros luchamos. Quiero que los aficionados sean capaces de creer en los resultados de las competiciones, que confíen en la UCI y en los controles de nuestras instituciones”.
Gaimon relata en su libro que las aceleraciones de Cancellara “no parecían naturales, como si tuviera problemas para controlar las pedaladas”. “Ese cabrón, probablemente, llevaba un motor en su bicicleta”. “Yo había descartado la idea hasta que escuché que antiguos compañeros suyos aseguraban que en ciertas carreras Cancellara se acompañaba de su propio mecánico y su bicicleta permanecía apartada de las demás (…)”.
Gaimon, no obstante, dice que no comprende la polémica que se ha levantado alrededor de sus acusaciones. “Debió ocurrir un par de veces y después, cuando las sospechas fueron públicas, se dejó de hacer. A partir de entonces se ha convertido en un asunto para generar audiencia en los medios”.
Después de poner fin a su carrera en 2016 (ganó una etapa en el Tour de San Luis 2014), Gaimon se ha convertido en un personaje mediático. Escritor y bloguero, el ex ciclista ha colaborado para medios de prestigio como VeloNews, ESPN y Sports Illustrated. Su popularidad trascendió el deporte cuando se propuso encontrar la mejor cookie de América, empeño que le llevó diez años de carreras y entrenamientos por todo el país. “El ciclista quema muchas calorías y eso me permitió entregarme a uno de mis placeres favoritos, comer galletas. Así que me propuse encontrar la mejor cookie, la de mayor calidad”. Por si se lo preguntan, deben saber que Gaimon declaró vencedora a una galleta (fudge brownie chip) que sirven en el Café Solterra de Glynn County, Georgia.
Más allá de la credibilidad que pueda tener Phil Gaimon, lo cierto es que Cancellara se ha visto perseguido por la sombra de la duda desde que se detectó el dopaje mecánico. Fue en la París-Roubaix de 2010 cuando las imágenes de su ataque en pleno pavés despertaron las primeras suspicacias. Para algunos, su arrancada era demasiado violenta como para resultar creíble. El suizo negó cualquier tipo de ayuda mecánica; sin embargo, la existencia de bicicletas con motores no era una invención. La prueba es que la UCI empezó a utilizar cámaras térmicas para detectar motores en los cuadros de las bicicletas.
Cancellara quedó marcado, aunque su extensísimo palmarés es su mejor defensa. El ciclismo ha enseñado a no poner la mano en el fuego por nadie, pero cuesta creer que un campeón de su categoría hubiera recurrido al dopaje mecánico durante quince años de su carrera profesional, siempre repleta de éxitos. Sus arrancadas nunca parecieron humanas porque sus piernas tampoco lo parecían. Antes de 2010, el suizo ya había sido dos veces campeón del mundo contrarreloj (también lo sería en 2010 y repitió en 2012), ya había ganado cuatro etapas del Tour, la París-Roubaix o la Milán-San Remo. En toda esa trayectoria hay cientos de arrancadas prodigiosas, como la que le llevó a ganar la medalla de bronce en los Juegos de Pekín 2008 (plata finalmente, por sanción de Rebellin). Cuatro días después, se proclamó campeón olímpico contrarreloj. Demasiado hasta para un máquina.