Un partido de cricket se puede hacer muy largo. Ya lo decíamos hace poco. Aquello de los 90 minutos en el Bernabéu de Juanito se queda en un juego de niños. Que se lo digan si no a Inglaterra, que llevaba el primer partido de The Ashes medianamente encarrilado para conseguir al menos un empate tras tres días y medio de juego cuando, de repente, cortocircuitó y se derrumbó de manera espectacular. Australia acabó barriendo del mapa a los ingleses y se anotó el primer duelo de esta contienda histórica, disputado en Brisbane. Tal fue la debacle inglesa que en la segunda entrada no consiguieron eliminar ni un solo bateador australiano. Los locales no necesitaron más de una hora del quinto día para anotarse el partido. No hizo falta ni llegar a la pausa para la comida.
Así pues, Inglaterra anotó 302 carreras en su primera entrada, por solo 195 en la segunda. Australia consiguió 328 en la primera entrada y le bastaron 173 en la segunda para ganar a una desmoralizada selección inglesa. Los primeros tres días del encuentro fueron competidos. Un partido de baja anotación en el que la táctica defensiva de Inglaterra sorprendió a los bateadores australianos. Inglaterra empezó la primera entrada bateando. Sus 302 carreras no son una cifra excesivamente alta, pero sí respetable en un partido tan defensivo como el que se desarrolló en Brisbane.
Cuando le llegó el turno a los locales de batear por primera vez, la cosa no empezó excesivamente bien porque no conseguían anotar con fluidez debido al buen boleo de los ingleses. Fue entonces cuando saltó al campo Steve Smith, el capitán australiano. Smith era el cuarto bateador en el orden australiano y se valió el solo para recuperar el partido. Smith no fue eliminado. Se tiró un día entero bateando y consiguió 141 de las 328 carreras australianas, casi la mitad. Cuando empezó a batear, el primer día de partido, Australia llevaba sólo 70 carreras. Al final del día había llegado a 209 gracias a la tenacidad de Smith. El capitán australiano resistió todo lo que le lanzaron los ingleses, con muchas bolas cortas y cercanas al cuerpo. Su fortaleza mental para permanecer tantas horas bateando y respondiendo a lanzamientos complicados fue elogiada incluso por el capitán rival, Joe Root.
Acabada la primera entrada de ambos equipos, el partido estaba muy equilibrado. Así se llegó al cuarto día de competición, en el que Inglaterra bateaba. Su objetivo era permanecer bateando todo el tiempo posible. Cuanto más, mejor puesto que así dejaría a Australia sin tiempo y se aseguraría el empate. La táctica iba más o menos bien hasta el parón de la comida. Fue entonces cuando Inglaterra se autodestruyó. En la segunda entrada habían marcado 185 carreras y Australia aún debía eliminarles a cuatro bateadores. A un ritmo normal, esos cuatro podrían haber marcado unas 100 carreras, pero sin embargo solo consiguieron diez. El colapso fue espectacular, incluyendo la eliminación de Moeen Ali, el mejor jugador inglés del partido, por un error de concentración que le llevó a descolocar el cuerpo al batear.
Hacía tiempo que no se veía algo similar en el cricket internacional. Totalmente desconcentrado y desmoralizado, el equipo inglés cedió el terreno a los australianos, que en las horas restantes del cuarto día se anotaron una centena de carreras. Es decir, no sólo perdieron todos sus bateadores, sino que en muy poco tiempo permitieron al ataque australiano acercarse a la victoria. Dicho y hecho, poco más de una hora necesitaron los locales en el quinto día para conseguir las 51 carreras que les faltaban para anotarse la victoria.
Un partido que empezó bastante bien para los ingleses, acabó en desastre. El encuentro disputado en Brisbane era, en teoría, uno que Inglaterra podía ganar debido a las condiciones del terreno de juego. Sin embargo, el espectacular trompazo que se pegaron los visitantes en el cuarto día puede ahora pasar factura moralmente para el resto de The Ashes. Australia domina el torneo por 1-0 y es aún más favorita para llevarse la ansiada ánfora de terracota. El segundo partido comenzará el sábado en Adelaida, con la novedad de que se jugará de noche y con una bola rosa. Otro experimento del “cricket moderno” que no para de ser criticado por los puristas de este deporte tan tradicional.