El derbi disputado sobre el césped del estadio Matapiñonera ya forma parte de la historia de la Liga Iberdrola. Un duelo bajo en revoluciones en el que ambos equipos cumplieron con los papeles asignados. El Atleti, perro viejo, se aburrió de tener el balón. Tanto, que en los primeros quince minutos ya rondaba el 85% de la posesión. Con Meseguer y Menayo adelantando la primera línea hasta más allá del centro del campo, el Madrid estaba condenado a esperar.
En la primera media hora no se le dio mal la tarea al equipo blanco. Aguantó el monólogo sin relajarse y mantuvo la solidez defensiva para poder hacerle daño al Atleti en las transiciones y en contraataques que manejasen Alba Mellado de frente, y Jade aguantando de espaldas la llegada de efectivos desde el medio. El Atleti monopolizó el encuentro, pero, y como ya ocurriese la pasada jornada en su partido frente al Barcelona, no pudo traducir el dominio en ocasiones claras. Esther y Sonia, disparo al travesaño incluido, rondaron la portería de Ulloa con cierta timidez, desde fuera del área, muy alejadas de su zona de confort.
En los minutos finales de la primera parte, la puntería del Atleti cambió y el campo se inclinó. Las mejores ocasiones de las de Ángel Villacampa habían llegado a balón parado y al filo del descanso, una falta puesta al punto de penalti por Sonia Bermúdez la remataba de cabeza Esther completamente sola al fondo de la red. Un fallo grosero de la defensa del Madrid CFF que abrió las grietas del muro blanco haciéndolo volar por los aires. Hubo tiempo para otro golpe a la madera por parte de Ángela Sosa (de nuevo a balón parado), para un mano a mano que Sonia aún no se cree haber fallado, y para que el Madrid CFF se fuese al vestuario preocupado por lo que le hacía falta para afrontar el desafío en la segunda parte.
El descanso no supuso un punto del inflexión para el Madrid. Siguió un poco amedrentado por las circunstancias, y sobre todo, por un rival que no cambió de hoja de ruta para llevarse los tres puntos. Inexplicable, por cierto, lo que falló Sonia por un exceso de confianza que muchas veces acompaña su voracidad. Las blancas le cogieron miedo a desperezarse, no renunciaron a un plan que había caducado al final de los primeros 45 minutos y pagaron su conservadurismo. Rondó el gol del honor el Madrid en los instantes finales, pero Marta Corredera con el 0-2 y Sonia con el 0-3 firmaron una placentera victoria para el Atleti. Un derbi que habrá pasado a la historia por su forma, pero que el Madrid, inmaduro, aún tendrá que aprender a gestionar para que pueda recordarse por su contenido.