El tren como espacio cinematográfico reúne, para el que escribe esta reseña, todos los elementos que una buena puesta en escena requiere. Por eso, no es extraño que muchas de mis secuencias favoritas de la historia del cine sucedan en trenes. Dicho esto, está claro que una película que trascurre enteramente en un ferrocarril tiene mucho ganado para mí. Ahora, más de 40 años después de que Sidney Lumet llevara al cine la novela de Agatha Christie, Kenneth Branagh retoma el excelente material de referencia para realizar esta adaptación tan saturada de grandes actores como carente de grandes sorpresas.
Título: ‘Asesinato en el Orient Express’
Dirección: Kenneth Branagh .
Reparto: Kenneth Branagh, Willem Dafoe, Judi Dench, Johnny Depp, Michelle Pfeiffer, Penélope Cruz, Derek Jacobi, Daisy Ridley.
Nacionalidad: Reino Unido
Duración: 116 min.
Con el propio Kenneth Branagh encarnando al agudo detective belga Hércules Poirot —personaje que llevó a su máxima expresión el también británico Peter Ustinov—, y con un elenco de lujo con nombres como Johnny Depp, Judi Dench, Michelle Pfeiffer, Penélope Cruz o Willem Dafoe, la película, sin llegar a descarrilar, traquetea en su marcha por esa fórmula tan gastada de juntar en un único espacio fílmico a un exceso de personajes mientras el guion se retuerce sobre sí mismo para mantener la sospecha de culpabilidad sobre todos ellos. Ciertamente, en ese tren sólo falta Miguel Gila con un bigote hipster susurrando al oído de cada personaje su mítica frase: “Alguien ha matado a alguien”.
Sin embargo, hay que decir que si uno olvida las anteriores versiones y asiste al espectáculo con el espíritu del que participa por primera vez en una partida de Cluedo, la cinta logra mantener el suspense, nos permite disfrutar de un casting sembrado de actores que se sienten en su salsa enfundados en un cuidado vestuario de época y durante el tiempo que tarda un AVE de Madrid a Valencia consigue transportarnos al encanto de aquellos viajes vintage en elegantes trenes de vapor.
CERVEZA RECOMENDADA
Oude Geuze Vieille. Alcohol: 6% vol. Amargor: 22 IBU.
Entre las cosas que los belgas han dado al mundo, y que merezcan la pena, podríamos resaltar su arte para elaborar chocolates, al inmortal personaje de Tintín y la inmensa gama de cervezas únicas que elaboran, entre las que se encuentran las inimitables lámbicas. Igual que el personaje de Hércules Poirot, las lámbicas reúnen la complejidad de los viejos métodos para crear cerveza a base de fermentación espontánea, con las levaduras que sólo viven en la zona donde se elaboran, en el caso de la cervecera Oud Beersel, en la localidad belga de Beersel.
Esta Oude Geuze Vielle es el resultado de la unión de tres lámbicas de uno, dos y tres años de edad hasta conseguir esta compleja cerveza que mezcla sus notas ácidas con los matices afrutados de su fermentación espontánea. Esta maravilla de tonos anaranjados y cierta turbiedad, desde el momento en que la servimos en la copa desprende aromas afrutados, como los cítricos o la manzana verde, para luego convertirse en un trago limpio con un ligero sabor a sidra y ciertas notas terrosas. Una cerveza con todo el sabor de otra época.