Para ilustrar el partido de España en Belgrado he estado rebuscando en las historias que recorren sus calles, pero me ha sido imposible encontrar algún relato que pudiese ajustarse a la causa. Ya ven, una no está tan documentada en cuanto a ocultismo se refiere. Así que hablemos del partido: otro fantasma. Si acudo a la lírica podría decir que fue como el aire, estaba ahí, pero no pudo verse. Si aplicamos el sentido común, que la Selección Española femenina juegue un partido de clasificación para el Mundial de Francia 2019 sin que nadie lo retransmita da mucho miedo.
Sacudidas por el frío y por una noche cerrada a eso de las 16:30 de la tarde, España fue mucho más austera de lo habitual. Quiso romper a sudar para combatir las bajas temperaturas y fue directa hacia un tanto que diese tranquilidad y permitiese aplicar la filosofía. Completamente de blanco, el equipo que dirige Jorge Vilda fue más un todoterreno que un Porsche, recurrió al músculo más que a la retórica y ocupó bien el ancho de un campo que se tomó el miedo escénico a su manera: en las gradas no había un alma.
En un partido que parecía disputarse a puerta cerrada, las órdenes retumbaban entre las cuatro paredes del FK Vozdovac de Belgrado, mientras que el espectáculo pasaba a segundo plano. El ambiente era mucho más frío de lo que marcaba el termómetro. Fue un partido triste. Sin público, ni dentro, ni fuera. Sin historia. Sin leyenda. El silencio solo lo rompió España a través del olfato de Jenni Hermoso y de una Bárbara Latorre que me recuerda al demonio de Tasmania. Cuando se lanza en carrera no es posible ni frenarla, ni distinguir si lo que se forma entre sus piernas es un tornado. Todas las demás, desfallecieron por la congelación del resto de factores y el empate de Serbia cayó como un jarro de agua helada. Sin esperarse, pero tampoco sin que sorprendiese demasiado en un aura que no invitaba al desenfreno ni a las filigranas, únicamente a tener un poco de puntería. Apareció entonces una promesa convertida en contundente realidad: Patri Guijarro en el 90´, eso sí que es ya toda una leyenda. España pudo romper el hielo de milagro, pero para recuperar la alegría habrá que esperar al martes. Mallorca pondrá el calor, la televisión y seguro que espantará algún que otro fantasma.