Me disculparán que sea monotemático, pero créanme cuando les digo que en el Perú no hay nadie pensando en otra cosa. Y eso que estamos a miércoles, y el partido en Wellington se juega el viernes. Lo ideal sería que estuviéramos hablando de fútbol: de cómo jugarle a la desconocida Nueva Zelanda y de cómo contrarrestar los pelotazos o el jet lag. Pero no, nosotros seguimos tratando de discernir entre coca o cocaína, entre antigripal o sabe Dios qué.
El protagonista de esta semana que empieza -y qué lento que está pasando- es Paolo Guerrero, o lo que queda de él. Tras haber dado positivo en el resultado analítico adverso en una prueba antidopaje, el delantero y capitán de la selección peruana ha sido sancionado, como medida preventiva, por treinta días, con lo que se perderá los dos partidos de la repesca. Y en mi país, desde que se conoció la noticia, ha pasado de todo: de pronto, salieron de debajo de las piedras los expertos en medicina deportiva, los abogados sin título e incluso los periodistas acusados de circular el rumor. A defenderse, por supuesto.
El último rumor es que un periodista de la radio más importante del país difundió el rumor de que Guerrero había dado positivo y que eso provocó que la FIFA lo sancionara. Suena un poco ridículo que un organismo tan grande actúe así, pero de ridículos estamos curados todos en esto del fútbol. Sea como sea, Perú jugará en Nueva Zelanda sin Guerrero este viernes (sábado en Oceanía y Europa) y, a pesar de que la ausencia de su figura es dolorosa, no tendría que afectar demasiado el rendimiento de esta selección, que desde todo punto de vista es superior a la oceánica.
? Postal de la #SeleccionMayor en Auckland. pic.twitter.com/onHjbv4hWO
— Selección Peruana (@SeleccionPeru) November 8, 2017
Los jugadores viajaron desde Lima en buena onda, todos emocionados por disputar los partidos más importantes de sus vidas. Tuvieron todos palabras de aliento para Guerrero, y le prometieron que lo llevarían al Mundial, siempre y cuando la FIFA lo absuelva de una posible sanción (que podría ser de hasta cuatro años).
Por el momento, Guerrero ha contratado a abogados de primera, quienes han sostenido que el consumo de cocaína está descartado, y que se trataría, más bien, de una sustancia presente en el mate de coca, un té muy común en los países andinos. De ser el caso, la esperanza de que Paolo esté en Rusia -siempre y cuando Perú clasifique- no sería del todo descabellada.
Por el bien de esta selección -que lleva 36 años sin disputar una Copa del Mundo-, y de este país, tan acostumbrado a estrellarse contra la dura realidad, los jugadores tendrán que mantenerse al margen de esta tormenta de dopajes y rumores y tragedias, y salir a jugar al fútbol, que en eso, en teoría, somos bastante mejores que los neozelandeses. Ojalá.