A Eric Book se le paró el reloj el día que su coche se estrelló y se partió la cabeza. Llevaba marcados 177 para el Manchester City. Esa noche dejó el fútbol. Durante más de 70 años nadie vestido de azul marco más goles que él. Hasta que en el mítico estadio San Paolo, en Nápoles, allí en donde Diego Armando Maradona destrozó el fútbol italiano, Sergio Agüero acabó una jugada de Sané, una contra del Manchester City contra el Napoli, y fusiló a Pepe Reina, portero cordobés de los napolitanos, y se convirtió definitivamente en mito. “Es una leyenda”, dijo Guardiola después.
De hecho, el Kun es mito de los citizens desde el 10 de junio de 2012 cuando paró el reloj en el Etihad y Manchester, y la Premier, se volvió azul, mientras en Sunderland el United celebraba otro título y Ferguson, con cara de incrédulo, escuchó el ‘Yes’ que le llegó de MCR y preguntó incrédulo si era cierto. Si era verdad que los del City habían remontado en tres minutos el 1-2. Primero un testarazo de Dzeko, luego el derechazo del chaval de Quilmes que acabó en una carrera interminable, con la camiseta al vuelo, un grito azul en una soleada tarde que rompió 44 años de miseria para un equipo acostumbrado a morir en la orilla día tras día, un gol que aún hoy llena de lágrimas los ojos de los seguidores azules cuando lo cuentan por pubs del Northern Quarter.
85 goles en la primera parte, 93 en la segunda, 129 en la Premier, 27 en la Champions, 14 en la FA Cup, 4 en la League Cup, y 4 en la UEFA League; 162 desde dentro del área, 22 de penalti, 16 desde fuera de la “caja”, 32 con la izquierda, 15 con la cabeza y 130 con el pie derecho; 11 contra el Newcastle, su víctima favorita, al parecer, 89 con Pellegrini en el banquillo (42 con Guardiola en solo temporada y tres meses) y 19 gracias a David Silva, su mejor amigo en todos estos años, en los que jamás ha bajado de 20 goles por temporada, le han convertido en el mayor goleador de la historia del Manchester City.
“That’s how it feels to be City, that’s how it feels to be small: you sign Phil Jones, we signed Kun Agüero!” (Así es cómo sienta ser del City, así es cómo sienta ser pequeño: vosotros fichásteis a Phil Jones, nosotros a Agüero). Cantan los citizens en las gradas, mofándose de sus rivales y del talento de su central, que llegó el mismo año que el mito argentino a la ciudad.
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En San Paolo, confesó que la camiseta será para su hijo, el nieto de ese que es algo más que Dios en San Paolo: “Me envió un mensaje pidiendo que se la llevara si marcaba». Con él suele salir al campo de la mano en el Etihad antes de los partidos cuando el nieto de Maradona le visita en Manchester. En Napoli lo primero que hizo fue dar las gracias a los aficionados azules por el cariño que siempre le dieron desde que llegó a la ciudad y lo hizo en castellano, porque habla el inglés peor que un zapato. Nadie se lo tiene en cuenta en la ciudad que menos apoyo le dio al Brexit. «Es un momento único en la vida», añadió. «Estoy contento por su apoyo, por el de mis compañeros, empleados del club y aficionados del City. Muchas gracias a todos. Estoy disfrutando de este momento», agradeció antes de decir que aún es pronto para saber si el City esta en condiciones de luchar por la Champions.
Agüero, que llegó al City desde el Atlético de Madrid en el 2001, tiene el mejor registro de goles por minuto en la historia de la Premier -marca cada 106 minutos, por encima del legendario Thierry Henry- y el reconocimiento de los grandes goleadores ingleses como Alan Shearer, que ayer se deshizo en elogios hacia él. Pero no es menos cierto que entre sus compañeros circula la leyenda de su particular modo de vida. “Es un tipo muy divertido, cordial, y nada problemático, pero siempre ha ido a la suya”, se escucha en los pasillos. “Hasta que llegó Pep y le puso las pilas”, reconocen en el club, de los despachos al vestuario. En especial entre los compañeros existe la sensación de que el Kun ha cambiado de actitud en los últimos meses y que ha experimentado un giro, para bien, evidente. La conversación con el entrenador en el Salvi’s, un céntrico restaurante italiano de la ciudad marcó un antes y un después. De eso nadie duda, aunque nadie sepa exactamente que se habló en una conversación desvelada por una foto publicada en un periódico. Una indiscreción que a Pep no le gustó nada y que se atribuye al teléfono de un cliente, o de un camarero. Estaban en la mesa el representante del jugador el delantero argentino y el entrenador catalán, y ninguno contó de lo que se habló, pero se supone que Pep le dio un ultimátum.
“Entre esa cena y la aparición de Gabriel Jesús, nada volvió a ser lo mismo”, admiten quienes viven el día a día con el argentino. “El Kun es un buen tío, pero todos sabemos que se le había tolerado mucho. Hasta que Pep dijo basta”. ¿Dijo basta Pep? ¿En qué? “Era un niño… mimado, pero es normal. Creció aquí y hubo que mimarle” describen los que llevan años a su lado. Y esa frase abarca una manera de vivir propia del hombre que había cambiado la historia del club con un derechazo histórico. El Kun llevaba demasiado tiempo viviendo de sus goles y en especial de uno, del que le marcó al QPR.
Pero Pep le puso condiciones en el campo y fuera. Él y su grupo de colaboradores, a fin de cuentas, habían vivido con Messi. Pero el Kun no es Messi y no es tan decisivo para el equipo como Leo. Así que no aceptaron actitudes, apenas detalles, que ni siquiera le habían visto a Messi. “Nada grave, detalles”, insisten en el entorno del entrenador. “Solo detalles”. «Tampoco pretendimos nunca que nos diera otra cosa que goles, que es lo que siempre tuvo», simplifican en la caseta del cuerpo tecnico. Así que el Kun empezó a comer como todos, empezó a respetar los horarios, empezó a llegar a la mesa de masaje cuando le tocaba, empezó a correr sin balón y fue, de verdad, uno más.
Hasta que se estrelló en Amsterdam el pasado 29 de septiembre cuando se desplazaba en un taxi al aeropuerto para regresar a Manchester tras asistir a un concierto de Maluma. “Era su día de fiesta”, le disculpó Guardiola. Pero lo cierto es que apenas a 48 horas de jugar contra el Chelsea se saltó todas las normas de conducta del equipo, hecho que disgustó enormemente al entrenador. Está por ver si es cierto que se rompió una costilla, versión oficial, o en verdad, desapareció de las convocatorias por castigo del entrenador, como apuntan otras voces. Dato que sólo se intuye desde la duda de su increíble y rápida recuperación tras haber sufrido tan dolorosa lesión. Aquel día, a ojos de muchos aficionados, dejó de ser intocable y puede que ese fuera su mayor castigo.
Sigue siendo una la leyenda, pero… el reloj que se había quedado parado en el mágico minuto 94 ya funciona. La cuenta atrás ha empezado. Su contrato acaba el 30 de junio del 2019, el mismo día que el de Guardiola. Pero mientras el nuevo documento para el entrenador esta cada dia más cerca de firmarse, el final del Kun, gol a gol, está cada día más cerca de terminarse.
Como la libertad de uno de sus primos, un tal Mepe, de 23 años, que según la prensa argentina fue capturado ayer en Quilmes, Buenos Aires, acusado de de liderar una banda dedicada al trapicheo de droga en la Villa Los Eucaliptos. Todo en esta vida tiene un final. Hasta el mítico récord de Book.