Por aquello de ir A la Contra muy en la línea de este soporte y por pura coherencia con lo que uno proclama, me atreveré a matizar con el debido respeto la designación de The Best (El mejor) que ha recibido con exquisita modestia el entrenador Zinedine Zidane. Resumido en una línea, entiendo que el título del premio no corresponde con una evaluación global del conjunto de los entrenadores del mundo, sino con una segmentación más específica que sería algo así: The Best of de Year. Es decir, ZZ es el Entrenador del Año, el que mejores títulos ha cosechado en la temporada pasada, un técnico de éxito que ha dado un vuelco a la dinámica del Real Madrid con el librillo más sencillo y natural, con sentido común y sin meterse donde pudiera salir escaldado.
Hasta ahí no se puede entrar en discusión. Zidane ha sabido manejarse muy bien al frente del Madrid, seguramente con más habilidad psicológica que técnica, con mucho tacto y capacidad para moverse en un vestuario plagado de egos y figuras. Sin embargo, probablemente hasta el propio Zizou lo acepte, aún le queda un camino al francés para ser The Best del Planeta. Y no es un comentario caprichoso, sino el reflejo de lo que aún se puede apreciar en el terreno de juego con la dinámica del equipo, con los planteamientos tácticos, con las sustituciones, con las lecturas de los partidos en general. Me dirán que hace muy bien las rotaciones. Pues vale, muy bien.
The Best, dicho así, a secas, es mucho decir. Es distinguirle por encima de auténticos técnicos sabios, con carrera larga de triunfos, con habilidades demostradas en banquillos diversos, con plantillas grandes y regulares, en sitios difíciles y con factores de presupuesto determinantes. Hay entrenadores en Europa que sacan petróleo de una erial, que convierten a futbolistas anónimos en figuras que luego cotizan por muchos millones, que marcan estilos de juego innovadores… En definitiva, hay entrenadores de fútbol soberbios que quizás no entendieron muy bien el The Best concedido en Londres.
Zidane traslada al campo y transmite al vestuario muchísimas cosas buenas como genio del fútbol que fue. No puede aportar nada malo a la dinámica, sino al revés. Es una autoridad en sí mismo basado en su deslumbrante pasado y a partir de ahí ya cumple con el perfil fundamental para dirigir al Real Madrid. Pero a día de hoy aún tiene mucho recorrido por hacer como entrenador en letras mayúsculas. Y él lo sabe, por eso desde el atril de Londres agradeció al club con una maravillosa modestia que le dé la oportunidad de dirigir a esta camada impresionante de futbolistas capaces de sacar las castañas del fuego en los momentos más comprometidos. El Mejor Entrenador del Año da el perfil para que quizás en algunos años sea The Best of the World. Hoy es pronto.