Pasar toda una noche entre naves en llamas más allá de Orión, viendo Rayos-C brillando en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser es El Planazo para cualquier fan del universo Blade Runner. Estrenada ya Blade Runner 2049, dirigida por Denis Villeneuve (Sicario, La Llegada) 35 años después de la cinta de Ridley Scott, y reestrenada en pantalla grande Blade Runner. The Final Cut, el montaje final del director que elimina la voz en off de la versión exhibida en 1982 e incorpora la famosa secuencia del unicornio blanco, te damos varias claves y recomendaciones para que la experiencia sea gloriosa.
1. El ‘SPOILER’ DEL REPLICANTE FORD
Si bien tanto la productora como el director parecen obsesionados con que no se revelen los secretos que destapa Blade Runner 2049, vamos a intentar responder aquí a la gran pregunta que tortura las retorcidas mentes de los adictos a la peli original. Definitivamente, el Blade Runner dedicado a ‘retirar’ pellejudos Rick Deckard (Harrison Ford) no es un replicante, es tan humano como un Mosso d’Esquadra o un Guardia Civil, aunque más molón, claro. La prueba es que los Nexus-6 que fabricaba la Tyrell Corporation en la primera entrega tenían una esperanza de vida de cuatro años (algo más que los dos o tres que duran hoy nuestros smartphones, y es que el genial Philip K. Dick ya predijo en su libro ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? la maldita obsolescencia programada), y en esta segunda entrega situada en el año 2049, tres décadas después que la primera, el personaje de Harrison Ford -y aquí no revelamos ningún secreto-, lejos de haber caducado, sigue vivito y coleando, aunque algo más cascadillo.
Sin embargo, sigue habiendo muchas opiniones que afirman que Deckard sí es un replicante, como asegura el mismísimo Ridley Scott cuando se le plantea esta pregunta al final del imprescindible documental On the edge of Blade Runner (Andrew Abbott, 2000). Veamos aquí los argumentos principales para concluir si el personaje de Harrison Ford es un simple humano o un sofisticado replicante.
RICK DECKARD ES HUMANO
Como ya hemos visto, los replicantes Nexus-6 ‘caducaban’ a los cuatro años, y Harrison Ford sigue vivo en la secuela 30 años después de la primera cinta.
En la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Deckard es un humano ya que logra pasar el test de Voight-Kampff, mediante el cual y a través de unas preguntas y la observación de los ojos del individuo, se mide la empatía con otros seres vivos, aunque también es verdad que en este relato se pone en duda la fiabilidad de la prueba. En la peli, sin embargo, la replicante Rachel (Sean Young), le pregunta a Deckard si alguna vez se ha sometido al test Voight-Kampff, y el Blade Runner no contesta, sembrando así la duda.
Si aceptáramos la teoría de que Deckard fuese un replicante diseñado para cazar a los de su especie, ¿por qué es entonces inferior físicamente a los androides? Esto demostraría que es humano. Además, el Doctor Tyrell, el diseñador de replicantes que los describe como “más humanos que los mismos humanos”, le dice en una escena al propio Deckard que los replicantes “deben aprender las emociones que usted y yo damos por supuestas”, tratándolo como a un humano.
RICK DECKARD ES REPLICANTE
En la primera entrega, el jefe de policía Bryant explica que de los seis replicantes huidos, uno falleció en el asalto a la Tyrell Corporation y los demás huyeron, pero el Blade Runner sólo les da matarile a cuatro (Zhora, Leon, Pris y Roy): ¿será entonces el propio Deckard el quinto replicante? Luego, en The Final Cut, se solventó este ‘fallo’ doblando a Bryant diciendo que fueron dos y no uno los replicantes fallecidos en el asalto a la Tyrell Corp.
En los últimos minutos del excelente documental On the edge of Blade Runner, cuando a Ridley Scott se le pregunta si Deckard es un replicante, responde: “Cuando Harrison Ford está sentado al piano, bebiendo, le viene el recuerdo del unicornio blanco, elemento que no vuelve a aparecer hasta el final, cuando Gaff (Edward James Olmos), le deja ese unicornio hecho de papel. ¿Cómo podía saber nadie lo que pasaba por su cabeza? El hecho es que alguien había tenido acceso al recuerdo que le había sido implantado en el cerebro. No puede estar más claro. Significa que Deckard es un replicante”.
En el mismo documental otros protagonistas de la cinta contestan a la misma pregunta jugando a la ambigüedad. Paul M. Sammon, autor del ensayo Future Noir. The Making of Blade Runner, contesta: “Scott va dejando pistas a lo largo de la película para jugar con el espectador, como las fotos de los recuerdos de Deckard sobre el piano. La única respuesta adecuada para mí es: quizás”. Harrison Ford parece que tampoco tenía muy claro la naturaleza de su personaje: “Cuando pensé que se me podía considerar un replicante, fui donde Ridley y se lo discutí. Mi idea era que el público necesitaba identificarse con un ser humano”. Daryl Hannah, la sexy replicante Pris en la peli, afirma entre sonrisas: “Que cada uno interprete lo que quiera, eso se lo dejo al público”. Y Rutger Hauer, que encarnó al mítico replicante Roy Batty que cierra el film con ese inolvidable monólogo de Lágrimas en la lluvia, contesta con ironía: “Eso en el fondo no importa. Aunque dijeras que Harrison es un replicante, la película te sigue contando la misma historia”. Queda claro, ¿no?
2. VAYAMOS POR PARTES: DOS LARGOS Y TRES CORTOS
Igual que la carta de un restaurante con tres estrellas Michelin, disfrutar de este festín cinematográfico requiere de una adecuada planificación. Proponemos aquí degustar este completo menú siguiendo el orden cronológico de la historia.
Blade Runner. The Final Cut. (Ridley Scott, 2007)
Reestrenada en nuestros cines, revisar esta versión del International Cut de 1982 sigue siendo una experiencia alucinante: su estética ciberpunk, su arquitectura futurista, la hipnótica música de Vangelis, la pluscuamperfecta replicante Pris que hizo inmortal a Daryl Hannah, el monólogo final de Rutger Hauer con las melancólicas notas del saxo de Dick Morrissey de fondo: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…” Se me saltan las lágrimas…
Black Out 2022. (Shinichirô Watanabe, 2017)
Un electrizante corto de animación que sitúa la historia tres años después de la cinta original. Asesinado el jefe de la Tyrell Corporation, y ante el auge de otra compañía llamada The Wallace Corporation, Iggy y Trixie, dos replicantes de la nueva generación Nexus-8, más inteligentes, ágiles y poderosos, se proponen dar un golpe que conduce a un apagón global. Una pieza de anime japonés de una refinada estética noir con una calidad gráfica y narrativa que parece hecha por replicantes, más que por humanos.
2036: Nexus Dawn. (Luke Scott, 2017)
Este otro cortometraje que sirve de nexo entre los dos largos es, quizás, el más frío y desalentador de todos. La acción se sitúa 14 años después del apagón global, y está protagonizado por un acartonado Jared Leto, cuyo personaje Neander Wallace, el creador de la Wallace Corp., hace una demostración de la fiabilidad de sus nuevos replicantes. Dirigido por el hijo de Ridley Scott, ciertamente no le hace mucha justicia a su padre con una puesta en escena de lo más terrenal.
2048: Nowhere to run. (Luke Scott, 2017)
También dirigido por la criaturita de Ridley Scott, temporalmente la acción se sitúa un año antes de la última película. El corto sirve para presentarnos al personaje de Sapper Morton, un replicante en busca y captura interpretado por el musculoso Dave Bautista. Lo que ofrece es una buena dosis de mamporros de Morton para proteger a una madre y una hija, aunque todo rodado sin la fuerza y el carácter que muestra el corto de animación de Watanabe, sin duda el mejor.
Blade Runner 2049. (Denis Villeneuve, 2017)
El plato final de este nutritivo menú son 162 largos minutos donde el realizador canadiense ofrece un impresionante espectáculo multisensorial, con un guión cargado de mensajes científico-filosóficos y nuevos personajes. Aquí, el neo Blade Runner Ryan Gosling alcanza sus mejores momentos cuando comparte pantalla con su pareja de baile Harrison Ford, aunque definitivamente le sentaba mejor danzar con Emma Stone en La La Land. La cinta tiene, además, el incentivo de ver a la hispano-cubana Ana de Armas en el papel de una afrodisíaca prostituta virtual, y la transformación de los replicantes en un proletariado esclavizado revolucionario, lo que se resume en esta frase: “Lo que nos hace humanos es morir por una causa”. Una secuela excepcional para algunos, decepcionante para otros. Así es la vida.
3. LOS LIBROS IMPRESCINDIBLES
La onda expansiva de la bomba de Blade Runner llega mucho más allá de las pantallas. Para profundizar en la triple dimensión cinematográfica, sociológica y filosófica de esta obra recomendamos aquí tres lecturas esenciales. Tomen nota.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Philip K. Dick, 1968)
Es gracioso que ante la pregunta de si prefieres el libro o la película, ni siquiera el director Ridley Scott pueda responder. De hecho, reconoció que fue incapaz de terminar esa distópica mezcla ciencia-ficción y filosofía conceptual que escribió el alucinado Philip K. Dick. El trabajo de síntesis se lo facilitó el guionista David Fancher, que hizo una primera adaptación que luego reescribió David Webb Peoples, versión a la que ya dio su visto bueno el escritor, aunque no pudo ver su puesta en pantalla, ya que falleció meses antes del estreno del filme.
Futuro en negro. Cómo se hizo Blade Runner. (Paul M. Sammon, 1996)
Más de siete años de producción, siete montajes diferentes, dos versiones del guión adaptado, malos rollos entre productores, director y equipo de rodaje, un casting más complicado que someterse al test de Voight-Kampf o una auténtica guerra fría entre Harrison Ford y Sean Young, cuyos personajes estaban destinados a amarse en la pantalla (tan chungo resultó aquello que el productor Michael Deeley se refiere al rodaje de la secuencia en que policía y replicante se dan un revolcón como “la violación del pasillo”), fueron sólo algunas de las dificultades que pusieron en peligro esta gran obra. En casi 400 exhaustivas páginas, el periodista norteamericano nos relata cómo sucedió el milagro.
Blade Runner. Lo que Deckard no sabía. (Jesús Alonso Burgos, 2011)
El mayor mérito de Burgos reside en condensar en algo más de 100 páginas mucho de lo escrito alrededor de este mito de la cultura popular, una película que ha influido en la moda, la arquitectura y el diseño de efectos especiales y que a su vez se nutrió del cine negro, los cómics o del mito de Frankenstein. El poeta y ensayista navega por todos los charcos en los que se mete esta cinta: la ética de la manipulación genética, el origen de los movimientos ciberpunks o la urbanización de la ciudad moderna. Un homenaje de todo un amante de la eterna Blade Runner.
POR ÚLTIMO: DOS CERVEZAS DE CIENCIA-FICCIÓN
Maridar una obra maestra del cine con una sencilla birra no es tarea fácil. Después de probar muchas, proponemos aquí dos cervezas, una ahumada alemana y una whiskeada francesa, ambas capaces de levantar de la tumba a un replicante.
AECHT SCHRELANKA RAUCHBIER MÄRZEN
El único motivo, que sepamos, para visitar la ciudad bávara de Bamberg posiblemente sea esta original cerveza ahumada (en alemán, Rauchbier). Pues bien, no hacen falta más motivos. Como en la película de Ridley Scott y en la secuela de Villeneuve, los colores ocres oscuros y las atmósferas llenas de humo dominan en esta excelente cerveza alemana de sorprendente sabor carnoso.
Igual que la cinta original, que cada vez que uno vuelve a verla descubre nuevos detalles y matices, con esta Rauchbier sucede lo mismo. Si bien el primer contacto del paladar con ella no es sencillo por lo insólito de su sabor, a partir de la segunda botella (de 0,5 l.) uno empieza a disfrutar de toda su complejidad.
Cerveza de baja fermentación y con un moderado contenido en alcohol del 5,1%, en su elaboración se emplean maltas de cebada secadas en planchas perforadas colocadas sobre brasas de madera de haya. Así, el grano se impregna del humo dándole su aroma, color y sabor inimitables.
ADELSCOTT
De las pocas cosas esperanzadoras del futuro distópico que nos pintan estas películas es que todavía será posible hacer un ‘break’ tras un duro día de trabajo para tomarse un whisky, como hacen Harrison Ford y Ryan Gosling en una elegante escena de la secuela donde un holograma de Frank Sinatra canta Summer Wind.
Con esta cerveza alsaciana de color ámbar rojizo bebemos en un mismo trago la frescura de una lager y la profundidad del sabor que le otorgan sus maltas ahumadas en la misma turba que se utiliza para elaborar el whisky escocés.
Algunos preferirán tomarse la cerveza por un lado y el chupito de whisky por otro, pero esta cerveza, de 5,8% de alcohol, intenta aunar los dos mundos en uno, aunque el resultado sea demasiada presencia del ahumado en boca dándole un toque más artificial que un replicante. Eso sí, el dulzor de la malta con recuerdos a whisky nos convierte de nuevo en simples humanos capaces de ser felices con una cerveza en la mano y una gran película en la pantalla. ¡Qué más se puede pedir!