Pregunto: ¿Cuál es la esencia de una entrega de premios? La respuesta más inmediata es la emoción. Los americanos lo tienen bien aprendido y lo perfeccionan en cada ceremonia de los Oscar. De acuerdo todos en este punto (espero), convendremos que la emoción (léase incertidumbre) se relaciona directamente con el espectáculo. Lo siguiente es establecer las reglas del juego, al menos una: los premios son más importantes que los premiados.
Ningún requisito se cumple cuando son los futbolistas quienes reciben un premio. Para empezar, no hay emoción porque no existe incertidumbre, ya que de antemano se conoce a los ganadores. Y si no se los conoce, se los intuye. Si el futbolista viaja con su presidente y su mamá pueden darle por ganador. Si se queda en casa aquejado de una bursitis en la bolsa escrotal es muy probable que haya perdido.
Que el futbolista es más importante que los premios que recibe es un hecho que asumen los jugadores y han terminado por aceptar los organizadores. Si la estrella se ausenta, la ceremonia se viene abajo o se queda coja. De tal manera que el ente organizador debe adjuntar junto a la invitación la garantía del premio y, además, suplicar un poco. En semejantes condiciones, la emoción se limita a saber si Messi lucirá un smoking carmesí o Cristiano un fajín aterciopelado, si entre las mujeres predominará la palabra de honor o el escote imperio. Dicho de otra forma: los premios se organizan para amortizarlos en la alfombra roja. Donde empiezan los Oscar se terminan The Best, el Balón de Oro y los Premios de la Liga.
Respeto y admiro la capacidad de concentración de las personas que se excitan con cualquier cosa. Considero entrañable que haya quien celebre los premios como si de un título se tratase. Me descubro, igualmente, ante los méritos de los futbolistas premiados. No discuto aquí eso. Lo que me carga es la entrega de diplomas disfrazada de Nochevieja en Londres. Estas ceremonias no se diferencian mucho de una sesión de baño y masaje. No hay nada detrás del glamour y es una lástima porque podría haberlo.
No hay más premio en fútbol que ganar títulos. Y eso sólo se puede hacer de manera colectiva. Otra cosa es que dentro de esas competiciones uno sea el máximo goleador, asistente, el mejor portero o el mejor jugador.
Todo lo demás, y bien lo sabes, es pura mercadotecnia, puro cartón piedra.
Otros que también lo saben, son del Bosque y Zidane. A sus discursos de ganadores del premio al mejor entrenador me remito. Quizás, esas sabias palabras desde esa privilegiada tribuna sea lo único de provecho de todo este tinglado.
Un bratzo