Una de las frases más manidas en las últimas semanas es aquella que dice “No se debe mezclar deporte y política”. No sé si se debe pero poder se puede. De hecho, a lo largo de la historia lo han venido haciendo muchos políticos y los que aspiran a serlo. No les importa llenarse la boca de frases traducibles en votos ya que un buen político sabe lo que la gente quiere escuchar. Y uno de los temas recurrentes en los últimos años entre los políticos de corte nacionalista en España es el reclamo por una selección propia. Para ello, suelen poner como ejemplo a Escocia o Gales, o más recientemente Gibraltar y Kosovo. La ignorancia es atrevida y, si bien, una selección catalana sería factible bajo ciertas premisas, no lo es desde luego si uno recurre a dichos ejemplos. Veamos por qué.
En los estatutos de la FIFA, en su disposición 9, sobre “Admisiones”, podemos leer el Artículo 1: “Toda asociación responsable de organizar y supervisar el fútbol en todas sus formas en su país puede convertirse en miembro de la FIFA. Por esta razón, se recomienda que todas las asociaciones miembro de la FIFA integren a todas las partes involucradas determinantes en el fútbol en su seno. Se reconocerá a una sola asociación por país, bajo reserva de lo estipulado en el apartado 6 del presente artículo en el que se indica que país sólo es aquel Estado independiente reconocido por la comunidad internacional.” Es decir, el ingreso a la FIFA está abierto a cualquier asociación o federación encargada de organizar el fútbol en su país pero sólo puede haber un afiliado por país.
Tras afirmar esto, aparecerán voces que darán el ejemplo de Escocia o Gales, ya que el Reino Unido, pese a ser un único país, dispone de 4 afiliados. Revisando el artículo 5 de la misma disposición, ésta indica que: “Se reconoce como miembro de la FIFA a cada una de las cuatro asociaciones británicas: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte”. Esta excepcionalidad aplicada a dichas asociaciones tiene motivos históricos: son los fundadores de la primera asociación internacional de fútbol, la International Football Association Board (1886), la cual en 1913 aceptó como miembro a la FIFA, creada apenas unos años antes. Es decir, las federaciones del Reino Unido fueron las que admitieron a la FIFA y no viceversa. Sus federaciones y selecciones ya existían anteriormente y, por ello, mantuvieron su membresía con pleno derecho a voto y, evidentemente, sus selecciones. No hay ninguna otra región en el mundo con motivos históricos que reclamarle a la IFAB o a la FIFA.
Una situación similar se produce, por ejemplo, en el caso del rugby. Sabido es que el rugby y el fútbol eran originariamente un mismo deporte, del cual se escindieron los “futbolistas” en 1863, al ser partidarios de unas nuevas reglas. Pero en términos asociativos siguieron caminos similares: primero se asociaron las federaciones británicas y después, ellas admitieron a la federación internacional, manteniendo su fuero especial.
Este hecho también ayuda a explicar por qué en deportes olímpicos como el baloncesto, el ciclismo o cualquiera de, no existe la selección escocesa o la galesa. El COI sólo admite un Comité Olímpico por Estado y en este caso no hay excepciones históricas. Por ello, es el Reino Unido el que siempre participa representando al país. En el caso del fútbol olímpico, las 4 asociaciones decidieron no tomar parte en esta disciplina antes que hacer una selección conjunta. Tan solo en los JJOO de Londres en 1948 y en 2012 se hizo una selección de fútbol del Reino Unido, dado que el país organizador debe presentar un equipo en cada disciplina. Y lo mismo sucedería si el rugby fuera deporte olímpico. Cabe recordar aquí que deportes minoritarios como el Korfball, el Hockey sobre Patines o el fútbol australiano, no son deportes olímpicos y sus federaciones, disponen de su propia normativa de asociación.
Tras aclarar la excepcionalidad de las cuatro federaciones del Reino Unido, podemos analizar otros casos, también excepcionales, como son los de Puerto Rico, Islas Feroe, Gibraltar o Kosovo.
Puerto Rico, antigua colonia española y después estadounidense es, desde 1952, un Estado Libre Asociado a Estados Unidos, un estatus político especial acordado entre ambos países. Dicho estatus y la existencia de la Puerto Rico Soccer League es lo que le permite ser miembro de la FIFA. Ese estatus también le permite participar en los Juegos Olímpicos (su Comité Olímpico está reconocido desde 1958), como también se lo permite a las Islas Marianas, las Islas Marshall o las Islas Vírgenes que, por ejemplo, participaron en las Olimpiadas de Seúl.
Una situación similar se repite con las Islas Feroe. Históricamente pertenecientes a Dinamarca, desde 1948 disponían de un gobierno autónomo pero fue en 1985 cuando Dinamarca lo reconoció como un Estado Libre Asociado. Si bien su selección de fútbol había jugado diversos partidos desde 1930, comparables a los de las selecciones autonómicas, sólo en 1992 (tras adquirir su estatus de Estado Libre Asociado y solicitar su admisión en la FIFA) fue reconocido como miembro de pleno derecho por la FIFA y la UEFA y, por tanto, sólo desde esa fecha sus partidos se consideran oficiales y participa en las fases de clasificación para Mundiales y Eurocopas. Este reconocimiento permitió a su vez a los clubes de la Effodeildin Feroese Premier League participar en las competiciones internacionales.
Otro caso particular es el del “Territorio de Ultramar de la Corona Británica en la Península Ibérica”, también conocido como Gibraltar, que dispone de su propia federación de fútbol desde el año 1895 y organiza la liga gibraltareña de fútbol desde 1907. Ese estatus político no está reconocido por las Naciones Unidas, por lo que Gibraltar teóricamente no cumplía los requisitos estatuarios para ser admitido como miembro de la FIFA. Pero en su solicitud, la Federación Gibraltareña se aferró a que ese requisito indicado en el artículo 1 sólo está vigente desde 2001 y la admisión se había solicitado en 1997 con lo que se puso en duda la aplicación de la norma. La FIFA finalmente sometió a voto su admisión y Gibraltar fue admitida por 172 votos a favor y 12 en contra, entre ellos el de la Federación Española.
El caso más reciente es el de Kosovo, el territorio de la antigua Yugoslavia que se declaró independiente de Serbia en 2008. Kosovo dispone de su propio campeonato de liga pero su estatus político actual es el de “Estado con reconocimiento limitado pero mayoritario”, es decir, que la mayoría de los países de la ONU lo reconoce como tal. Una situación similar a la de Palestina o Israel. O incluso a la de Armenia o Chipre, países no reconocidos unánimemente por todos los miembros de la ONU. Al solicitar su admisión, su particular estatus político hizo que, de nuevo, la FIFA lo sometiera a votación, tras la cual fue admitido como miembro.
Bajo todas estas premisas, es evidente que Cataluña, por poner el ejemplo que más cerca nos toca actualmente, no podría optar a tener selección propia de fútbol: no hay razones históricas de membresía al estilo escocés o galés, no organiza su propio campeonato de liga ni tiene un estatus político especial. La figura del “Estado Libre Asociado” que propuso en su momento Juan José Ibarreche para el País Vasco hubiera sido una opción válida de cara a esa posibilidad.
Y sin embargo, sí existe una posibilidad real que ampararía dicha aspiración: el artículo 6 de la disposición anteriormente mencionada. Este artículo indica que “con la autorización de la asociación miembro del país del que dependa, la asociación de fútbol de una región podrá solicitar su admisión en la FIFA.” Es decir, si la Federación Española de Fútbol lo autorizara, la Federación Catalana podría solicitar su admisión como miembro de la FIFA. Este es el argumento real y válido para una posible selección catalana, y no las comparaciones con Escocia, Gales, Gibraltar o Kosovo.
Ahora bien, no existe aún ningún precedente de solicitud de admisión en la FIFA por parte de una federación regional de un país. ¿Por qué alguien podría dar un solo argumento por el cual una federación nacional estaría de acuerdo en conceder dicha autorización a una región? Supondría menos ingresos, menos espectro de jugadores seleccionables, menos potencial para la selección del país, más opciones de quedar eliminado de una clasificación para la Eurocopa o el Mundial… amén de reconocer, en cierta manera, un “estatus político” especial para dicha región. Si algún día Cataluña llega a ser un estado independiente, sin duda no tendrá problemas para ser miembro de pleno derecho de la FIFA y contar con selección propia. Pero en el actual marco político, la tozuda realidad indica que una selección catalana, de momento, no es viable.