La última prueba de la excelencia no es jugar al fútbol como los ángeles, ejercicio muy satisfactorio, sino jugar mal y ganar. La valía de un equipo de fútbol se podría medir por su capacidad para distraerse o cometer tropelías sin comprometer el resultado. Ahí reside la grandeza de un campeón o un aspirante, en no depender de algo tan vaporoso como la inspiración. Lo mismo ocurre con las mujeres verdaderamente guapas y supongo que otro tanto sucederá con los hombres. En los casos más extremos la belleza se independiza del entorno, de los ungüentos y de las noches sin dormir. Es entonces, con el rostro legañoso y el pelo desgreñado, tal vez en pleno bostezo, cuando se descubre una luz que sobrevive a la mala vida y que es la belleza en estado puro. Ante semejante cosa sólo queda rendirse y tomar fotos.
Algo parecido le ocurrió al Real Madrid contra el abnegado Eibar. Fue al terminar un bostezo y antes de iniciar el siguiente cuando la luz se proyectó para abrirse paso entre las legañas. Fue una jugada, pero pudo tratarse de una mirada, de una carantoña involuntaria o disparada a propósito para combatir la impaciencia del público. Los guapos, aunque si me lo permiten prefiero centrar la cuestión en las guapas, inventaron el láser que fulmina y el rayo congelante.
A lo que voy. Comenzada la acción de ataque, Benzema prolongó de tacón, aunque ya estoy mintiendo, porque no golpeó exactamente con el tacón, sino con un perfil del calcáneo, residuo óseo de cuando fuimos delfines. Theo dio continuidad a la jugada, hasta que Marcelo cambió de hilo con otro tacón medio pellizcado de vuelta a Benzema. Así son las fiestas de los ratones. Muy similares a las juergas infantiles. Los niños adoran replicar las ocurrencias del más atrevido. El caso es que Benzema le devolvió la pelota y su cómplice completó la gamberrada, no sin antes dar un giro que encierra la verdad del fútbol, del toreo y de la interpretación. Todo es cuestión de no tropezarse con los muebles.
Marcelo, en pleno esplendor. Foto: Cordón Press
Qué decir del Eibar. Se pasó la noche jugando en la posición que ocuparíamos usted o yo, esa gente normal que servimos de espumillón para los guapos que fulminan. No exagero si digo que el Eibar no hizo nada mal y muchas cosas bien. Se defendió con orden y se desplegó con cierta galanura. Sus problemas se concentraron en las inmediaciones del área. Hace algunos años, bastantes ya, todos los equipos modestos tenían un delantero extranjero de rompe y rasga. Ahora hay que conformarse con un mediapunta japonés.
Los goles, a excepción del último y ya descrito, llegaron por precipitación espontánea. Sergio Ramos marcó el primero en colaboración con un defensa. El segundo lo consiguió Asensio ayudado por Dmitrovic, un portero de otra época en el sentido anatómico de la expresión. Ya no hay futbolistas con calvicies tan rotundas ni de aspecto tan afligido. Nada que no pueda reparar una mejor tarde o un fichaje por un equipo turco.
Bienvenida sea tu crónica.Mucha suerte y mucho éxito.Encantado de seguirte siguiendo.
¡Cómo se echaban de menos sus crónicas, Sr. Trueba! Le vemos en plena forma. Enhorabuena por el atrevimiento, a todo el equipo. Aquí estaremos.
¡¡Enhorabuena a todo el equipo de A LA CONTRA!!
Como siempre diferente y genial. Mucha suerte.
Abrazo.
Toda la suerte del mundo en esta nueva aventura. Será un placer seguirte.
Mucha suerte en tu nueva etapa, Juanma. Esperemos que al final Emma se quede contigo para bailar hasta el amanecer. Saludos de un fan tuyo y gracias por responder casi siempre en twitter.
Mucha suerte y mucho éxito.