San Mamés está en vilo. Más allá del triste deambular liguero, copero y europeo del Athletic de Cuco Ziganda, un carismático ex león que sufre en silencio las penurias de un equipo en plena remodelación sin fichajes, lo que realmente angustia al aficionado rojiblanco es que su MiniIribar, Kepa Arrizabalaga, está en peligro de fuga. Duele mucho más que cuando Javi Martínez, Ander Herrera e incluso Fernando Llorente amenazaron como tomar y tomaron la puerta de salida. Tiene cara de chico bueno y fiel, es un tipo de fiable, implicado como pocos en silencio en el trabajo diario.
Kepa Arrizabalaga, de 23 años y toda su vida en Lezama, no termina de aceptar la oferta de renovación de Josu Urrutia. Y finaliza su contrato en junio. Un chollo en el mercado. Con una treintena de partidos en Primera, ya es fijo en las convocatorias de Julen Lopetegui. Irá al Mundial de Rusia. Le pretenden en la Premier, el Calcio y, por supuesto, en el Real Madrid. Tiene mano con Zinedine Zidane el preparador de porteros que más ha marcado a Kepa, un Luis Llopis que ha estado en contacto con él en altibajos y lesiones, que le recomendó hacerse valer cuando el Athletic y Valverde dudaban sobre si lanzarle el año pasado a la arena o no. Estaba recién llegado de Valladolid y Gaizka Garitano le quería de nuevo a préstamo, entonces para el Deportivo.
Del Athletic hasta las cachas, Kepa se ha hecho león con gran esfuerzo y entusiasmo. 110 kilómetros diarios de ida y vuelta desde su Ondarroa natal hasta Lezama, en verano, primavera, otoño y el crudo invierno. Ha combatido repetidas lesiones de espalda y cargar con la mochila de portero señaladísimo para marcar época. Entendió que había curtirse en el frío, primero en Ponferrada y luego en Valladolid. Y supo ganar la partida a Iraizoz y Herrerín cuando Txingurri rotó a los tres en el comienzo de la pasada campaña.
Dicen que no se sintió valorado de salida en la oferta inicial y, tras acercarse las partes, el problema está no tanto en la gran propuesta económica ya lanzada, sino en la cláusula de rescisión. Urrutia quiere un poderoso blindaje y Kepa lo rechaza. Tras un ritmo cadencioso en las conversaciones, desfiló hasta tres veces en una semana por el despacho del presidente. Y eso con lo que se está jugando el equipo. Únicamente en Mestalla acusó el ajetreo.
La esperanza es lo último que se pierde, pero empieza a oler a chamusquina. Su marcha supondría un varapalo deportivo, aunque Lezama tiene bien cubierto el riñón con porteros como Iago Herrerín, Alex Remiro (cedido al Huesca) y Unai Simón. Estos dos últimos ya han desfilado por la Sub-21. Son herencia del moderno trabajo de Llopis en Bilbao, bien continuado en métodos desde la cabeza por Peio Agirreoa, paisano de Arrizabalaga, Armando Ribeiro, Aitor Iru e Imanol Etxeberria. Y en juveniles y cadetes, también hay chicos pisando muy fuerte. Ibon Ispizua, de 14 años, ya ha estado también Las Rozas.
Eso sí, perder al MiniIribar, portero sobrio como el mito de Zarautz y que viste de negro en su honor, mermaría el crédito del proyecto Athletic. Sobre todo, porque Kepa, con 23 años, tiene una larga vida deportiva por delante y San Mamés sólo le ha disfrutado campaña y media. Cierto es que también Aymeric Laporte tuvo pie y medio en el City después de dar medio sí a Pep Guardiola y al final terminó renovando. Arrizabalaga, adiestrador de jilgueros, tiene a Urrutia que trina. Mientras, Ziganda le ha dado más alpiste, alineándole para enfado de Iago Herrerín en la Copa. Evitó la derrota rojiblanca en Formentera con una parada de estampa. El sábado le vienen Messi y Valverde. Será otro cantar.
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