Jessica Varnish es una de las mejores ciclistas en pista del Reino Unido en los últimos años. Aunque en su palmarés no figura ningún título olímpico, no es nada despreciable. Dos medallas de bronce y una de plata en Mundiales de ciclismo en pista, dos medallas de bronce, una de plata y una de oro en Campeonatos Europeos, y dos bronces en los Juegos de la Commonwealth de Glasgow 2014. Tras participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 (cayó eliminada en el sprint por equipos junto a Victoria Pendleton), Varnish no fue seleccionada para fomar parte del exitoso equipo británico de ciclismo en pista para Río de Janeiro 2016.
Según el director deportivo del programa de élite de la federación, Shane Sutton, no eligió a Varnish porque sus resultados en los tres años anteriores a los juegos de Río no fueron adecuados. Para Varnish, sin embargo, la decisión se debió a que ella puso en duda la cultura y el régimen de entrenamientos dirigidos por Sutton, al que acusó de machista y discriminador. Por si fuera poco, Varnish también acusó a la propia federación británica de ciclismo (British Cycling) de negarse a investigar sus protestas y, básicamente, desproteger a los atletas ante posibles situaciones de abuso con tal de no molestar a los entrenadores y al director técnico. En otras palabras, Varnish denunció que British Cycling había suspendido su beca como deportista de élite para que se callara y dejase de dar problemas.
Cuando Varnish hizo públicas sus primeras denuncias en el Daily Mail, en abril de 2016, parte de la opinión pública británica pareció creer a la federación: otra deportista que airea sus trapos sucios por despecho porque no la han seleccionado para los Juegos Olímpicos. Y desde luego pocos se acordaron de ella cuando el Reino Unido acabó segundo en el medallero de Río, superando a la todo poderosa China gracias a los 27 oros británicos por 26 de los asiáticos. Fueron dos semanas de ultra nacionalismo deportivo en vena. ¿Cómo es posible que seamos tan buenos, se preguntaban muchos británicos? ¿Cómo han conseguido superar la actuación de sus propios Juegos de Londres 2012, se maravillaba el mundo del olimpismo?
La respuesta es sencilla: con la inversión inteligente y muy eficiente de mucho dinero. UK Sport es la agencia del gobierno británico que se encarga de gestionar el programa de deporte olímpico, el equivalente al Programa ADO español. Con un presupuesto que ha ido en aumento desde 1996, UK Sport distribuye con puño de hierro el presupuesto del deporte de élite. La mayoría de ese dinero proviene de la recaudación de la lotería, aunque una parte corre a cargo de los presupuestos generales del estado. Fue la decisión de usar el dinero de la lotería lo que revolucionó el programa, puesto que lo dotó de muchos más fondos. Desde entonces, no ha parado de crecer, si bien fue en 2004 cuando de verdad se disparó. Casi al mismo ritmo que las medallas olímpicas del Reino Unido: cuarto en Pekín 2008 (49 medallas), tercero en Londres 2012 (65 medallas), y segundo en Río de Janeiro 2016 (67 medallas), sólo por detrás de los Estados Unidos.
El gobierno británico ha invertido, a través de UK Sport, de manera creciente en el deporte olímpico y paralímpico. Las cifras destinadas sólo a los Juegos Olímpicos de verano son indicativas: 67 millones de euros para Sydney 2000, 80 millones de cara a Atenas 2004, 266 millones en la preparación de Pekín 2008, 298 millones en el ciclo olímpico de Londres 2012, y 310 millones aseguraron el éxito en los juegos de Río de Janeiro. El presupuesto en la actual Olimpiada que llegará a Tokio 2020 es de 300 millones. UK Sport tiene también programas de inversión en el deporte olímpico de invierno y en el deporte paralímpico. El total de dinero público gastado para apoyar a los deportistas de élite en la preparación de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de PyeongChang 2018 y Tokio 2020 es de 425 millones de euros. Valga, a ejemplo de comparación, un dato. El Programa ADO español contó con una dotación de 51,3 millones de euros de cara a Londres 2012.
Aunque las cifras son ciertamente mareantes, el secreto está en saber usar el dinero de manera inteligente. UK Sport es responsable de obtener el máximo rendimiento que pueda por esta multimillonaria inversión de dinero público. Y se ha aplicado a ello con ganas. Con cierta saña, incluso. La agencia gubernamental ha puesto en marcha un proceso de decisión muy claro: sólo se invertirá dinero, y de manera generosa si es necesario, en aquellos deportes que puedan generar medallas olímpicas. Los que no, ni siquiera existen para UK Sport, como es el caso del baloncesto o del voleibol. Es más, UK Sport fija cada cuatro años un objetivo de medallas, títulos mundiales y continentales que las federaciones deben cumplir en el ciclo olímpico. Si no lo hacen, perderán toda la subvención para los siguientes cuatro años (el caso del baloncesto tras Londres 2012, o de bádminton tras Río 2016), o será reducida de manera significativa (los casos de tiro con arco o rugby en silla de ruedas tras Río 2016). UK Sport sólo concede dinero a 16 de los 33 deportes que formarán parte del programa olímpico en Tokio 2020, menos de la mitad.
Es un régimen de competición y de exigencia de resultados muy eficaz. Tan eficaz como brutal. UK Sport, de la mano de su ya exdirectora ejecutiva Liz Nicholl, no se esconde: “Nos pidieron medallas y hay que justificar la inversión de tanto dinero público; los resultados están ahí y no pensamos cambiar”.
Los deportes que salen bien parados (como el ciclismo o el remo) celebran el duro régimen de UK Sport. Y también suele contar con la aprobación de la mayoría de la opinión pública. O al menos eso parecía durante las dos semanas de borrachera olímpica y medallas de Río de Janeiro. Sin embargo, desde hace un par de años no paran de salir a la luz casos de deportistas olímpicos que denuncian los tratos vejatorios, casi mafiosos de sus federaciones. Quien se mueva, no sale en la foto. Jessica Varnish fue la primera, pero desde entonces los periódicos británicos se han visto salpicados por multitud de casos similares: Bobsleigh, gimnasia deportiva o piragüismo. Todos son parecidos. Deportistas que acuden a la prensa denunciando que sus federaciones han cerrado los ojos cuando se han quejado de trato degradante, inhumano o simple y llanamente acoso por parte de entrenadores o directores técnicos. Todo porque lo importante es conseguir resultados. La BBC llegó a informar que un tercio de las federaciones con programas olímpicos subvencionados por UK Sport han recibido quejas de sus atletas por dar más importancia a los resultados que al bienestar de los deportistas.
La mayoría de las federaciones británicas, como en España, depende de la subvención pública y no puede permitirse perder el dinero de UK Sport. Menos aún cuando se trata de sumas tan altas. Ante denuncias como la de Jessica Varnish, las federaciones prefieren hacer caso omiso. O montar un paripé que parezca una investigación, pero cuyo resultado se sabe de sobra desde el principio. Así lo hizo British Cycling, cuya junta directiva recibió un informe interno que daba credibilidad a las denuncias de Varnish pero decidió quedarse de brazos cruzados. El presidente y varios miembros de la junta directiva se vieron forzados a dimitir cuando UK Sport les obligó a someterse a una investigación independiente. Los resultados fueron demoledores: no sólo dieron la razón a Varnish en sus acusaciones hacia Shane Sutton, sino que dejaron claro que la federación había encubierto a su director técnico.
Éste es el lado oscuro del deporte olímpico británico. Segundo en el medallero de Río, ¿pero a qué coste? Más de 300 millones de euros del presupuesto público y una más que cuestionable despreocupación por el bienestar de los deportistas de élite, que son casi tratados como una máquina de producir medallas para mayor exaltación del orgullo nacional durante dos semanas. Por si fuera poco, la mayor excusa que siempre esgrime el gobierno (como tantos otros en muchos países) para justificar tal inversión y el brutal régimen de UK Sport, tampoco se tiene en pie: el deporte olímpico inspira a la población, dicen. Los datos, no obstante, son tozudos. La participación en actividades deportivas y de actividad física de la población se ha mantenido estancada. Si Londres 2012, tal y como rezaba su eslogan, debía “inspirar a una generación”, desde luego la inspiración se ha perdido por el camino. La multimillonaria inversión de UK Sport se supone que va a ayudar a deportistas de élite para que la población se mire en ellos. Sin embargo, parece que está generando un lado oscuro, hasta el punto de que ya muchos se preguntan si de verdad merece la pena superar a China en el medallero a toda costa.
Pues como en España,… aquí tenemos el caso de David Cal, que después de ser SOLO plata en los JJOO de China y Londres y no repetir el oro de Atenas (manda huevos), le bajaron la beca y se tuvo que marchar a entrenar a Brasil, donde se cansó y dejó el deporte antes de las últimas olimpiadas de Rio.
y aquí en Barcelona’92 tenemos casos sangrantes… gente que se queda sin ir a los JJOO un mes antes por decisiones de ultima hora después de cuatro años de sacrificios, tanto personales, como laborales y economicos
Colombia, a pesar de su bien conocida situación social y enorme inequedad ha copiado el mismo modelo heredado del Plan ADO de España, Australia, Nueva Zelanda, etc. En Colombia estamos extasiados con
el prestigio nacional, con la idea de volver a Colombia en una potencia deportiva regional y mundial con los resultados obtenidos en los eventos del ciclo olímpico. La política guiada por resultados busca optimizar los recursos girados al Comité Olímpico Colombiano (COC), quien pronostica medallas y establece incentivos económicos para desde atletas juveniles a mayores. El logro deportivo como único indicador de éxito, termina (sin quererlo) excluyendo los menos hábiles, promoviendo la excesiva competitividad y poniendo en riesgo la salud de los atletas, finalmente los apoyos dependen de mantener un alto desempeño físico cosificando la al atleta.
En Colombia se ha creado un robusto Sistema (Sistema Nacional del Deporte) de soporte, una legislación específica (Decreto 1228 de 1995, 1231 de 1995, 1085 de 2015), rentas (4% del IVA del servicio de telefonía móvil), dinero público y autonomía al COC para ganar medallas olímpicas al precio que sea necesario.