«Si él cae en un hospital, me da igual alemán o español, donde aplican los criterios que aplican para usted y para mí, él se queda retirado del ciclismo. Si nos pasa a usted o a mí, nos ponen una escayola y nos dejan la pierna quieta tres semanas. Cuando eso lo intentas recuperar después, es imposible. Alejandro tuvo la suerte de caer en ese hospital. Lo mejor es que a las 48 horas estaba moviendo la pierna. Esa pierna no ha estado nunca quieta y eso ha permitido que no envejezca. El movimiento lento controlado de una articulación permite que se mantenga viva y no pierda sus capacidades», asegura el doctor Francisco Esparza, el médico que ha dirigido la recuperación de Alejandro Valverde en el hospital de Molina de Segura. «Al día siguiente de la operación estaban movilizando esa pierna y eso es lo que ha permitido que esa rodilla no se pierda», añade. Una opinión que comparte Mikel Zabala, preparador del equipo Movistar. «Lo bueno fue que en Alemania desde el primer momento empezaron a movilizar lo que se podía movilizar. La intervención cada vez es menos invasiva y la rehabilitación cada vez es mucho más rápida. Normalmente lo que ralentiza mucho es la inactividad. Es lo que te merma y te hace perder un montón de cualidades y de facultades», asegura.

Valverde no ha dejado de trabajar desde que el 1 de julio, en la primera etapa del Tour, chocó contra una valla y se rompió la rótula de la rodilla izquierda. Siete horas de entrenamiento diario. Curas y fisioterapia en el hospital de Molina por la mañana. Y por las tardes, en casa el trabajo continuaba. La bicicleta se incorporó desde muy pronto. Primero, en la piscina y a partir de la séptima semana, en carretera. Todo coordinado por el doctor Esparza y con la vigilancia de un licenciado en ciencias del deporte y un fisioterapeuta. Y entre medias, en los primeros días de la recuperación, la etapa del Tour por televisión. «En cada momento ha sido un trabajo muy controlado. Eso es lo que permite que no haya perdido nada. Hemos estado trabajando para que no haya adherencias en las cicatrices, que son cosas que le quitan luego rendimiento», afirma el doctor.

«El miedo que teníamos es que para una persona de treinta y tantos años si la paras un poco, recuperar luego es muy difícil. Una persona de 20, 25 años, hasta 30 sabe que tiene capacidad de recuperación, pero el cuerpo ya tiene ciertas limitaciones. De un chaval de 25 años me preocupan unas cosas. De Alejandro me preocupan esas cosas más su edad», cuenta el doctor Esparza. Los 37 años de Alejandro también eran una preocupación para Mikel Zabala. «La edad es un factor de limitación del grado de recuperación. Llámame ‘valverdista’ o romántico, pero yo apelo a su motivación y a su niñez en ese sentido, a su frescura, a las ganas de seguir en la brecha, que creo que eso es muchas veces lo que retira a la gente más que lo físico».

Alejandro es especial. «En este momento lo más importante es que él tiene una capacidad de recuperación increíble. Es una persona de las que hay pocas en el mundo. Es un perfil único en cuanto a características de superación, de lucha, de trabajo, de tener las ideas claras. Ante la adversidad cualquiera se hunde y él no lo ha hecho», explica el doctor. «Él se ha cuidado mucho y tiene un perfil genético, unas características físicas de otra galaxia. Es de los poquitos elegidos. Lo que ha influido para que a los 37 años esté tan bien es que genéticamente es una persona preparada, tiene una mente muy buena para recuperarse», añade.

«Tiene una capacidad de recuperación increíble. Es una persona de las que hay pocas en el mundo»

Sólo ha tenido un momento malo desde que sufrió la caída, cuando aún esperaba el diagnóstico en Alemania, en el hospital de Dusseldorf donde lo operaron, y pensaba que aquello podía suponer el final de su carrera. Una lesión parecida acabó con la de Roberto Laiseka. «Pero la de Laiseka  fue una rotura por estallido. Se rompió en trocitos, por decirlo así, y ésta por suerte fue una fractura limpia», explica Zabala. El preparador de Movistar sabe lo que supone una lesión como ésa. «Yo, casualmente, tuve la misma fractura haciendo motociclismo. Me había tocado estudiarme todo esto y su rehabilitación me había tocado vivirla en mis carnes. Cada contexto es diferente. A Alejandro le pasó con más edad de la que tenía yo, pero con unas cualidades que ojalá yo hubiera tenido», reconoce. Ese conocimiento fue el que le permitió consolar a Eusebio Unzué, el mánager del equipo Movistar en los primeros momentos. «No te preocupes, Eusebio, que el año que viene va a estar ahí dando guerra», le decía. «Es que no se merece esto», era la frase que repetía Unzué una y otra vez.

Ahora nadie duda de la recuperación de Alejandro. «Nunca sabemos, pero va a estar bien y va a dar su nivel de competición, siempre contando con los años que tiene», dice el doctor Esparza. «La recuperación ha ido en tiempo récord. Las mejores previsiones de los médicos las ha mejorado. No por su genética solamente, que es lo que todo el mundo puede pensar, sino por el trabajo que ha hecho, que es increíble», afirma Zabala. Valverde ha mejorado en dos meses aproximadamente los tiempos previstos de recuperación, que se estiman en cuatro o cinco. Pero él a las siete semanas ya estaba montando en bicicleta. «Y ahora mismo está haciendo un ritmo de entrenamiento como un Tour de Francia. Está haciendo entre 1.100 y 1.300 vatios diarios. 140 kilómetros los ha hecho alguna vez que otra. Ahora mismo si estuviera para competir estaría a un nivel muy bueno», cuenta el doctor.

Las cicatrices en la pierna de Valverde. / @alejandvalverde
Las cicatrices en la pierna de Valverde. / @alejandvalverde

Durante la rehabilitación han tenido que frenarle en muchas ocasiones. «Le he tenido que decir más veces so que arre», explica Esparza. Pero ya no hay riesgo de comprometer la rehabilitación por un sobreesfuerzo o por ir demasiado deprisa. Y la rótula está segura. «Hay una leyenda urbana que dice que si te caes y te golpeas se rompe más. Él tiene ahora esa rótula que es mucho más fuerte que la otra, lleva un armazón, una estructura interior que es mucho más fuerte», afirma el doctor.

La obsesión de Alejandro era correr antes de que termine la temporada. Se había marcado el Tour de Guangxi, que se disputa durante estos días en China, como un objetivo. «Si quiere, le llevamos de mascota», decía durante la pasada Vuelta a España un miembro del equipo técnico de Movistar. Pero ahora nadie discute que podía haber finalizado la temporada compitiendo. «Si por él hubiera sido igual hubiera empezado de nuevo en Milán-Turín, pero no había ninguna necesidad de arriesgar y ahora hay que ver qué tal va el balance de fuerza de pierna izquierda y derecha, que parece que está en niveles parecidos ya a los previos de la lesión y cómo le afecta a todos los niveles», explica Zabala. «Aparentemente no había riesgo, pero si hubiera pasado algo cualquiera puede pensar que los tiempos que han pasado no eran suficientes», asume Esparza. «Estamos seguros de que estás bien, no te preocupes, descansa, y el año que viene empezará como si hubiera acabado su Tour y todo», le dijo. Y Alejandro se aguantó las ganas de correr hasta el año próximo. «Está a un buen nivel, hace entrenamientos consistentes, hace buenas kilometradas, hace buen fondo, cada vez se exprime más, puede hacer picos de potencia más importantes, pero ahora es cuando hay que ir afinando para poder empezar bien», dice el preparador de Movistar.

Todavía tienen que decidir cuándo reaparece, si en Australia, en el Tour Down Under, la carrera que da inicio al World Tour, o en la Challenge de Mallorca. Pero su regreso hubiera sido impensable sin sus condiciones físicas y mentales. «Al final, como en toda enfermedad o lesión, la actitud determina cómo recuperas, porque hay procesos psicosomáticos, la bioquímica está también muy mediatizada por cómo afrontas las cosas y ayuda objetivamente. Esa actitud y esa convicción diaria hace no sólo que trabajes más y mejor, sino que te siente mejor, que recuperes mejor. Yo apelo a ese don que tiene Alejandro para que al final el año que viene esté donde queremos que esté», desea Mikel Zabala.

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