Cuando Pablo Orbaiz levantó en Nigeria la Copa de campeón del mundo Sub-20 el 24 de abril de 1999 no había nacido ninguno de los jugadores de la selección que hoy se juega la final del Mundial Sub-17 contra Inglaterra (16:30, Gol y Eurosport). Quedaban poco más de siete meses para que llegara al mundo Abel Ruiz, el capitán y goleador de una plantilla nacida entre dos siglos, entre el año 2000 y el 2001. Aquel día de finales del siglo XX, Santi, el seleccionador, estaba concentrado con el Atlético para enfrentarse al día siguiente al Barcelona en un partido que terminaría con empate a uno.
En Nigeria, España consiguió su primer Mundial en cualquier categoría. Acumulaba títulos europeos en las divisiones inferiores, de la Sub-17 a la Sub-21, aunque después vendrían muchos más, había ganado el oro olímpico en Barcelona ’92 y la Eurocopa 64 defendía el orgullo de los mayores gracias al gol de Marcelino a Yaschin.
Pero faltaba un Mundial y ese día llegó el primero con un 4-0 a Japón en la final. Barkero, Pablo Couñago en dos ocasiones y Gabri fueron los goleadores. Tres jugadores de aquel equipo repitieron después como campeones absolutos en 2010: Casillas, que no jugó la final en Nigeria, Marchena y Xavi. Los tres ganaron también la Eurocopa 2008 y Xavi e Iker repitieron en la de 2012.
En el camino España había eliminado a Malí en semifinales, como ahora los Sub-17 y con el mismo resultado, 3-1. Pablo Couñago terminó siendo el máximo goleador del torneo, aunque el título de mejor jugador fue para el malí Seydou Keita, que luego coincidiría con Xavi en el Barcelona.
A la selección absoluta aún le queda pendiente ganar la Copa Confederaciones, la supercopa de los torneos por naciones, pero el Sub-17 es el único Mundial que España no ha ganado todavía. Ha estado cerca en tres ocasiones. En 1991, el combinado en el que jugaban futbolistas como López Vallejo o Robaina cayó en la final ante Ghana por 1-0. En 2003, en Finlandia, el equipo que entrenaba Juan Santisteban perdió la final con Brasil (1-0), aunque para España quedó la consolación de que un joven canterano del Barcelona que había firmado con el Arsenal, Cesc Fábregas, fuera elegido el mejor jugador del torneo además de ser el máximo goleador. David Silva era la otra estrella de aquel equipo.
Cuatro años más tarde, en Corea del Sur, fue Nigeria la que apartó a España del título en los penaltis después de haber empatado a cero. La Roja, otra vez al mando de Santisteban con la ayuda de Ginés Meléndez, pagó la ausencia en la final de Bojan, expulsado en la semifinal contra Ghana. El ex jugador del Barcelona fue elegido Balón de Bronce del torneo y era la figura indiscutible de aquel equipo que tenía a De Gea en la portería y al ex malaguista Camacho como capitán, además de futbolistas como Nacho e Illarramendi.
España se juega ante Inglaterra la posibilidad de rellenar ese hueco que queda en su palmarés. Será la primera final entre dos equipos europeos en un torneo tradicionalmente dominado por brasileños y africanos. Los ingleses, que ya perdieron la final del Europeo contra el equipo de Santi, disputan la primera final de su historia, pero presumen de estar en el buen camino. Su cantera funciona como nunca, son los últimos ganadores del Mundial Sub-20, y han sabido sobrevivir a la ausencia de Jadon Sancho, el futbolista fichado este verano por el Borussia Dortmund al Manchester City, reclamado por el equipo alemán después de la fase de grupos. Su delantero, Rhian Brewster, es el máximo goleador del torneo con siete tantos después de haber marcado los tres a Brasil en la semifinal. Abel Ruiz sólo lleva uno menos. Pero España cuenta con la memoria, con el recuerdo del gol de Nacho Díaz en el tiempo añadido que empataba a dos la final del Europeo disputado el pasado mes de mayo y forzaba los penaltis. Ganó la Roja, que ahora quiere que el 28 de octubre de 2017 sea una fecha tan histórica como el 24 de abril de 1999. Sería el primer Mundial que ganara España sin Casillas, sin Xavi y sin Marchena.