Hay futbolistas que llaman la atención por su juego, por sus goles, por sus actuaciones dentro del campo. Pero también hay quien, además de por sus habilidades futbolísticas, despierta interés por su apodo y por sus movimientos lejos de las canchas. Hay quien hace más ruido lejos del balón que festejando goles. Y haciendo ruido, pocos sobresalen más que Carlos Discoteca Núñez.
El apodo surgió de la alegría con la que Núñez ha afrontado la vida, de la fama que siempre le ha acompañado por su forma desenfadada de entender su compromiso con su profesión. «Era un apodo que me pusieron mis amigos en la intimidad. Esos hábitos ya pasaron», se excusó al poco de llegar a Argentina para jugar con Racing de Avellaneda. «No le doy mucha importancia al apodo. Antes me enojaba y era lo peor que podía hacer, ahora me da igual, no me importa», declaró en esa época a radio La Red.
Fue ese, quizá, el momento más alto de su trayectoria, el fichaje por Racing. Sin embargo, la mala fortuna y su comportamiento fuera del campo no tardaron en frustrar su objetivo de hacer carrera en Argentina. Una rotura de ligamentos en la rodilla derecha le mantuvo casi siete meses de baja y con su comportamiento durante el proceso de recuperación y su impuntualidad en algún entrenamiento se ganó no pocas críticas dentro de la entidad, que terminó por abrirle la puerta de salida.
Apenas un año aguantó en Racing, que decidió no ejercer la opción de compra de cuatro millones de dólares que tenía sobre él. Demasiado dinero por alguien al que la afición recordaría más por su apodo que por su aportación al equipo. Tres goles en diez partidos.
Su siguiente parada fue Jaguares de Chiapas, donde los problemas y la indisciplina resaltaron más que su juego. Sólo disputó dos encuentros oficiales con el equipo mexicano, del que fue apartado por indisciplina y al que Discoteca Núñez atacó en una entrevista concedida a ESPN: “Los mexicanos son muy envidiosos de dónde jugaste, de qué haces y qué no haces. Fue un retroceso venir al club. Es el peor vestuario en el que he estado”. Así cerró otra etapa polémica de una carrera cada vez más cuesta abajo.
Lejos quedaron sus inicios en Liverpool de Montevideo, con el que debutó en la Primera División uruguaya a los 17 años y en el que mostró un potencial que nunca terminó de confirmar después. Ni en Peñarol, ni en Racing, ni en Chiapas, ni en Guaraní, el último destino de un viaje cada vez más confuso. Llegó a Paraguay en febrero de 2017 y en agosto, los dirigentes de Guaraní ya se plantearon la rescisión de su contrato.
Con 25 años y sin goles que festejar desde hace tiempo, a Discoteca Núñez le queda poco más que su apodo del futbolista que fue en sus comienzos.