Garbiñe Muguruza, Mireia Belmonte, Ruth Beitia, Carolina Marín, Vero Boquete… Deportistas, sin distinguir género. Deporte sin el apellido ‘femenino’ que le suele acompañar con cada éxito. Con el triunfo de cada deportista se resalta tanto la victoria como el hecho de que sea una mujer quien lo consigue.
Deporte femenino sólo es una sección en los medios de comunicación, la mayor desigualdad en un mundo que busca la normalidad de la igualdad. No es un reflejo de la vida, sino una pesada herencia de épocas pasadas y oscuras.
Su físico, su cuerpo, su aspecto, una sonrisa, su indumentaria fijan más la atención que su talento, que sus cualidades deportivas. Comentarios, ‘análisis’ que nunca se harían de un hombre son habituales cuando se habla de una mujer.
La igualdad entre hombres y mujeres sólo llega al mundo del deporte cuando se contabilizan medallas en los Juegos Olímpicos. Ahí, todos somos iguales, las medallas se valoran igual. La normalidad llegará cuando todos, los medios y los aficionados, veamos el deporte sin apellido femenino.
En A la Contra no hablaremos de deporte femenino. Hablaremos de deporte.