El Barcelona se medirá esta temporada a pocos rivales con menos fútbol en la Liga que el Olympiakos. Un equipo rudo en ataque y nefasto en la medular. Se limitó a encerrar en su área a nueve tipos durante todo el partido para blindar a su portero y eso le valió para empatar a un Barça deprimente. Valverde se desesperaba en la banda ante la indolencia ofensiva de los suyos, que al paso que van terminarán por desesperar a Leo Messi. En este equipo hay jugadores a los que le viene grande la camiseta. No tienen fútbol ni hambre. Lo primero es impropio del club azulgrana; lo segundo, de futbolistas profesionales.

El Barcelona esta temporada es una probeta. En cada partido Ernesto Valverde testea a un par de futbolistas. Ante Olympiakos Semedo y Denis Suárez pasaban la prueba del algodón. El lateral carga con la etiqueta de ser un carrilero con ademanes sospechosos en defensa y buenas prestaciones ofensivas. De hecho, las dos primeras llegadas las protagonizó el portugués, que  se incorpora con un entusiasmo carioca. Denis entró por André Gomes, cuestionado por su intrascendencia en la medular. Txingurri ha probado al luso en tres campos grandes (San Mamés, Metropolitano y Bernabéu) y no ha habido nada que llevarse a la boca hasta ahora.

Paulinho y Busquets son dos rocas en la medular, donde el español se ve más resguardado y gana peso. Pero no hay un gramo de fútbol en sus botas. En la derecha Sergi Roberto es indiscutible, salvo cuando a Valverde le aprieta el cagómetro y le baja al lateral para tapar el flanco diestro. Gana mucho el Barça con el canterano en la derecha, un volante de buen pie, mirada periscópica y llegada al área rival. El asunto es que en entornos hostiles, y San Mamés lo era, Valverde apuesta por la combinación más fiable con Sergi Roberto por detrás del versátil Rakitic. En la izquierda se siguen rifando papeletas para ver quién da descanso a Iniesta.

Por lo demás la vida sigue igual. Luis Suárez parece Cristiano Ronaldo en este arranque de temporada. Tiene distraída la puntería. Y entre bostezo y bostezo lo más destacado en la primera mitad fueron un par de buenas manos de reflejos del portero local Proto y el beso que le dio un espontáneo a Messi que saltó al campo. A eso se sumó la lesión muscular de Sergi Roberto, al que sustituyó Delofeu, ante la acumulación de griegos. Griegos con un mediocampo ruinoso y un delantero diestro a dolor.

Deulofeu es otro jugador pueril. Un extremo efectista al que el cuerpo le va mucho más rápido que la cabeza, lo que condena su fútbol. Es parte de esa clase media de la plantilla azulgrana que, junto a Denis y André Gomes, debería aportar el salto de calidad al equipo y lo único que hacen es sumirlo en el tedio partido tras partido. En Atenas al menos tuvo la iniciativa y la posesión, entendido esto como una virtud preventiva más que como un recurso ofensivo.

Avisó el Barça a la hora de partido en una jugada en la que Suárez, que parece haberse ido con Neymar a París, sirvió un pase para un Messi ultravigilado. El uruguayo ha perdido el olfato, y lo que es peor, la confianza. Y con el brasileño en el PSG y Lucho diezmado, solo queda Messi. Pasaban los minutos y Valverde buscaba petróleo en su banquillo, sin suerte. André Gomes por Denis. El hambre y las ganas de comer. El técnico se ha encontrado con una plantilla lastrada por la mediocridad de sus acomodados futbolistas. Tiene difícil solución reactivar a un grupo malacostumbrado a vivir de los milagros de Messi. El argentino, poco expresivo, llegó a exteriorizar su desesperación en algún momento por la pasividad de sus compañeros.

En el minuto 80, con Messi jugando de Xavi, Leo dio un pase la espalda de la zaga helena, donde Suárez acudió para sacarse una vaselina poco ortodoxa que se topó con la parte alta del larguero. Un minuto después Botia le tapaba un disparo al uruguayo tras otra maniobra excelsa de cuerpeo del charrúa.  Moría Olympiakos aculado en su área y el Barça, más por obligación que por devoción, buscaba el gol salvador. No hubo suerte, porque la suerte hay que buscarla. Y a día de hoy solo hay un jugador con hambre en este equipo, quizás el que más la debería tener colmada: Leo Messi. El resto podría haber vestido la camiseta del Olympiakos y no nos habríamos enterado. 

 

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