Por muy a la contra que estemos, en este tema no hay escapatoria: calaveras, arañas y calabazas inundan nuestras casas cada final de octubre.
“Me quiero disfrazar de fantasma”. Esta vez parece fácil: una sábana blanca cortada y solucionado. Pero no, ni en Youtube ni en Pinterest enseñan a coser, así que mejor vamos de vampiro, que asusta igual y que es lo único que encontramos a última hora en esa tienda de la esquina que todos conocemos… Porque lo que se entiende como una fiesta divertida, se ha convertido en una pesadilla para padres y madres, sobre todo para los que tienen más miedo a las manualidades que a cualquier película de terror.
Halloween (del inglés All Hallow´s Eve, víspera de Todos los Santos) llegó a nuestras vidas para quedarse, y cada otoño murciélagos y telarañas adornan colegios, guarderías e institutos, además de restaurantes, parques temáticos y todo tipo de superficie comercial. Ya no nos extraña ver a zombis bajitos y a calabazas andantes, ni a chavales más crecidos con capas negras y máscaras tenebrosas por la calle. Los que se quejan de que es una “americanada” a la que no deberíamos sucumbir, quizá no sepan que su origen no está en Estados Unidos, sino en Irlanda.
El origen de la noche de los muertos vivientes se remonta al antiguo festival celta de Samhain, que se celebraba cuando acababa la temporada de cosechas y empezaba el invierno. Esa noche del 31 de octubre se creía que los difuntos caminaban entre los vivos y se realizaba todo tipo de ritos sagrados para comunicarse con ellos. Con la inmigración irlandesa en el siglo XIX esta fiesta fue calando en el norte de América, hasta que en la década de los 70 se hizo más popular e internacional gracias al cine y la televisión.
¿TRUCO O TRATO?
En España, el sentido religioso del 1 de noviembre prácticamente ha desaparecido entre los jóvenes, y Halloween es visto como una excusa más para disfrazarse y divertirse con amigos y compañeros de clase. También los más pequeños se han unido a esta fiebre terrorífica porque no hay nada que les guste más que convertirlo todo en un juego. Y algo como agarrar el temor que les causan la oscuridad y las criaturas que habitan sus pesadillas, darles la vuelta hasta que ellos mismos sean los que van de monstruos, los que asustan, y hacer de todo ello una experiencia que ridiculiza sus miedos… es una receta infalible para pasárselo bien.
Fantasmas, brujas, momias y diablos. Colmillos, esqueletos y muchos caramelos. Quizá ser un padre o madre a la contra en este caso signifique estar a favor de una fiesta sin corsés religiosos, pagana y laica, intercultural e interracial, que puedes celebrar con tu hijo como consideres o quieras.
Y sobre todo recuerda: por un día o una noche no está tan mal ver a tu criaturita en plan aterrador con ojos sangrantes y ganas de saciar su hambre de carne fresca con golosinas y fiesta… así que no te resistas y haz caso a lo que dicen los buenos entrenadores: entra a la cancha y diviértete… ¡Déjate llevar y pásalo de miedo!
LECTURAS PARA PEQUEÑOS MONSTRUOS
GERONIMO STILTON: EL EXTRAÑO CASO DE LA NOCHE DE HALLOWEEN
(PLANETA)
PUPI Y LAS BRUJAS DE HALLOWEEN MARIA MENENDEZ-PONTE (EDICIONES SM)
HISTORIAS DE HALLOWEEN (EDITORIAL LIBSA)
EL PEQUEÑO LEO DA VINCI: ¡UN HALLOWEEN DE MIEDO! CHRISTIAN GALVEZ (EDITORIAL ALFAGUARA)
[…] que Halloween os despierta el macabro consumidor de series de terror que lleváis dentro. Por eso, os traemos […]
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