La Carabao Cup es la copa menor en Inglaterra, esa que siempre se llamó Copa de la Liga y que de un tiempo a esta parte cambia más de nombre que un grupo malo de pop. Es la Copa que el año pasado ganó el Manchester United y que los equipos grandes afrontan dando minutos al carro del pescado, es decir, los jugadores con los que menos cuentan sus entrenadores en la Premier.
El año pasado el Manchester City, por ejemplo, quedó eliminado, en la primera ronda contra su enemigo ciudadano, precisamente. Pep alineó, como ayer, un equipo repleto de suplentes, y cayó contra Mourinho (1-0) en Old Trafford. A la afición le sentó mal. Pero Guardiola repitió plan y contra el líder de la segunda división inglesa, el Wolverhampton Wanderers, equipo propiedad de Jorge Mendes, volvió dejar fuera a sus mejores jugadores, desde el portero, Ederson, a David Silva.
El City las pasó canutas para superar el primer escalón: ganó por penaltis tras empatar a cero el primer partido de la que este año se llama Carabao Cup. Un partido en el que Sergio Agüero fue titular y capitán y en el que se esperaba que superase el récord histórico de goles de Books con la camiseta del City. Pero no. Será porque también lo pasó fatal para tocar la pelota
Le preguntaron a Pep por el récord que se le resiste al argentino en la rueda de prensa y el técnico catalán no se cortó. Pep, que anoche celebró una barbacoa en la ciudad deportiva con sus jugadores y se llevó de cena a todos los trabajadores de su staff –desde la telefonista de la ciudad deportiva a su ayudante, Domenech Planchar- hace años convirtió en acto de fe la reivindicación de cualquier detalle que incida en el rendimiento del futbolista, empezando por el estado del terreno del césped. Así que no se cortó el martes por la noche: “Con otro balón, el Kun esta noche habría marcado. Lo siento pero es inaceptable jugar a este nivel de profesionalidad con esta pelota. Este no es un balón serio para una competición seria. Es inaceptable».
Ante el pasmo general, siguió Pep. “ Hubiera sido un milagro marcar. Era casi imposible. ¿No lo habéis visto? Es demasiado ligero. Se mueve hacia todos lados. No es una buena pelota. Es imposible marcar con un balón como este y lo digo ahora que hemos ganado, no pongo excusas. Si hubiéramos perdido me hubiera callado”. Y cerró: «Es marketing, dinero… vale. Lo entiendo. Pero no es aceptable. No pesa nada. Tuvimos que entrenar con ella un día o dos, pero la pelota es mala.Da igual si trabajas con ella un año o dos. Sigue siendo mala. Los jugadores se quejaron desde el primer momento. Decían: “¿Qué es esto?».
No mentía Guardiola. Desde el domingo por la mañana los jugadores del City trabajan con esa pelota y se sentían incómodos con ella. “Es una mierda”, se escuchó en el vestuario de los azules tras el entrenamiento posterior a la victoria contra el Burnley. Por eso el conjunto inglés que prepara Nuno Espirito Santo intentó jugar el partido contra el City con el otro balón pero la Federación Inglesa, por contrato, lo prohibió, lógicamente.
“Esa pelota la llevas a África y no la quiere nadie”, resumió la noche del martes Yaya Touré. “Hace cosas raras, parece un balón de playa”, aseguro más comedido el portero chileno Claudio Bravo, jugador absolutamente decisivo en el partido, porque con sus intervenciones llevaron al City a la tanda de penaltis, que desequilibró al detener dos lanzamientos al Wolves. Bravo ha parado seis de los últimos siete penaltis que le han lanzado. Entre ellos los de ayer, con un balón de mierda.