España se metió en la final del Mundial Sub-17 por la puerta grande (3-1), desplegando un fútbol atractivo que entronca con la identidad de la Roja, tratando bien el balón y llegando al área asociándose con paciencia y oportunismo. El único borrón fue el grosero error del árbitro y su asistente al no conceder un gol clamoroso a Malí, tras un disparo que botó dentro de la portería española claramente.
Por lo demás España fue muy superior en un partido de ida y vuelta con muchas oportunidades. Liderados por un Abel Ruiz letal en el área africana, los de Santi Denia se mostraron como un equipo fluido en ataque y solidario en defensa. A los 18 minutos llegó el primer gol después de un recorte en el área de César Gelabert, quien fue derribado. El penalti lo transformó Abel Ruiz, el 9 español, que cuando el partido llegaba al descanso embocó a la red un pase magistral de Gelabert, un jugador descomunal.
Con dos tantos de ventaja, los españoles salieron más relajados y los africanos se fueron arriba mereciendo anotar algún gol. Un disparo tremendo de un centrocampista de Malí debió recortar el marcador, que minutos después veía cómo Ferrán Lopez, de cabeza, certificaba el pase de la Rojita a la final, donde se medirá a Inglaterra, que derrotó a Brasil. El gol posterior de N’Diaye no puso en peligro el triunfo español, que ahora optará a ganar el único título que le falta en categorías inferiores, el Mundial Sub-17.
Hacía tiempo que no le leía. Sigue escribiendo igual de mal. Leer a Trueba, Daimiel o Delmás antes hace que la comparación sea más dura.